Hace ya mucho tiempo te comentaba mi anhelo ya la vez mis reparos en relación con una fantasía de escritor que tenía pendiente: sentarme a escribir en una cafetería o bar en plan bohemio.
Te contaba que, entre los reparos, se contaba el hecho de que me daba un poco de vergüenza, cosa rara en mí, por otra, cuyo origen subconsciente aún no he sabido determinar.
Pues bien, a pesar de que un día de julio la climatología en Sevilla no es la más propicia, el hecho de tener que esperar a que me recojan en coche me ha impulsado a este pequeño experimento, y me he sentado en la terraza de una cafetería y estoy redactando esta entrada con el móvil.
Si bien es cierto que escribir con el móvil es menos aparatoso y llamativo que hacerlo con el portátil, como ensayo está resultado satisfactorio.
Es agradable sentir el vital ajetreo de la calle y salir del aislamiento del piso, pues escribir ya es lo suficientemente introspectivo, y a veces hacerlo en la oscura soledad puede volverse opresivo, a veces.
También es cierto que si escribir con el móvil se convirtiera en hábito mi vista acabaría resistiéndose.
Pero aceptaré la experiencia como primera aproximación.
Continuará.
¡¡Genial!! Por un momento pensé en el capítulo de los Simpsons titulado The Book Job (La misión del libro en Hispanoamérica y El golpe literario en España), donde Lisa quiere escribir un libro y no puede. Hay una parte donde ella está en una cafetería y trata de escribir algo allí. Es de los pocos capítulos buenos de temporadas nuevas.
Por cierto, acá está el link de Wikipedia de dicho episodio: https://es.wikipedia.org/wiki/The_Book_Job
Sí, ese capítulo está muy bien y hacen una crítica muy buena a los libros comerciales.