Hoy no tengo a hablar, aunque por el título pudiera parecer que vengo a hablarte de ello, de las bondades de Imposible pero incierto como libro para leer en estas vacaciones, que las tiene.
No, el artículo de hoy parte de una reflexión: ¿Cuál es el libro del verano?
Con ello me quiero referir a ese libro que leíste en alguno de los veranos de tu vida y que, cuando junio llega con sus calores anunciando el cambio de estación, es evocado por tu mente indefectiblemente ligado a la estación estival.
No sé por qué el verano tiene esa cualidad evocadora de la que carecen otras estaciones, y que a menudo nos lleva a ser más conscientes de como el paso del tiempo hace mella en nuestra evolución personal.
Quizás es el hecho de que en los veranos se tenga, por lo general, más tiempo libre, entre otras cosas para leer, y siempre tendamos a asociarlos a las vacaciones o al ocio, o porque de alguna forma el verano se asocia inconscientemente con la juventud, por ser una estación cálida que sigue al nacimiento de la primavera, por contraste con la decadencia del otoño y la muerte simbólica del invierno.
Supongo que estamos también influidos por el cine, al que a menudo queremos imitar, y todas las películas que narran un verano iniciático de la juventud con tintes nostálgicos, en el que a menudo el protagonista descubre el amor, y con frecuencia se inicia en la adultez y la sexualidad.
Lo que si es cierto es que escoger un libro para leer durante las vacaciones es un ritual que muchos aficionados a la lectura practican.
Yo recuerdo especialmente el Señor de los anillos, cuya lectura me ocupó todo un verano, y que representó todo un viaje iniciático por ser una de esas lecturas que, literalmente, te transporta a otro mundo en el que te gustaría quedarte durante el mayor tiempo posible, y que cuando acaba te deja un legado mezcla de fascinación y nostalgia en un rinconcito freak del alma.
Ese libro lo tengo además ligado a la música de Queen, sobre todo de los albums Queen 1 y Queen 2, concretamente, asociado a canciones como esta
Aparte de eso, otro recuerdo de libro que tengo es de hace un par de años, en la playa de Cuesta de Maneli, en Huelva, bajo una sombrilla escribiendo un pasaje de Imposible pero incierto en una libreta Moleskine roja, concretamente el pasaje en el que Felio ve un extraño cuadro en la sede de la Congragación Teosófica Humanista. Acomodado bajo la sombrilla con la brisa acariciándome, absorto, buscando palabras, ese esa es la memoria que conservo.
En fin, se podría decir que esos son mis dos libros del verano.
¿Y tú, tienes algún libro que asocies con esta estación?
Cuéntamelo en el hilo de comentarios.
Bueno, en mi caso, son varios. Primero, La Isla del Tesoro, que lo terminé a finales de Junio. Fue el primer libro que leí completo, teniendo 11 años. Luego nombraría El Horror de Dunwich, que lo leí para julio de 1996. Y, al igual que tu, El Señor de los Anillos, que lo pude leer fue para junio-julio de 2002, los cuales sólo pude conseguir por el estreno de la película acá.
Se me olvidó mencionar el recopilatorio de «Los mitos de Cthulhu», de Alianza Editorial, que también fue otra de mis lecturas veraniegas.
Muchas veces he leído Drácula en verano, y quizá este también lo haga. Biquiños!
¡Qué curioso! Un libro del verano recurrente. ¿No te cansas de leer siempre el mismo? De todas formas es un muy buen libro.
Como libro veraniego el que viene a la mente es ‘Los hijos de anansi’, más que nada porque recuerdo haberlo comprado en verano en la playa, en una tienda rodeado de flotadores, aletas, tablas, chanclas … en fin, ya sabes de que tipo de tienda hablo. El caso es curioso, porque cualquiera de los libros que había en ese estante rotatorio sería la lectura veraniega de alguien.
Por cierto, que si tu tienes asociado los discos de Queen al Señor de los Anillos yo el que tengo asociado a ese mismo libro es el Arise de Sepultura.
Ostras! Pues Sepultura no le pega nada
Recuerdo, hace no muchos veranos, que me quedé enganchada de Rothfuss y su «El nombre del viento»… Lo asocio, inevitablemente, a la playa, el sol, el calor y la felicidad!
Enamoradita perdida acabé de Kvothe, queriendo estudiar en su universidad y deseando tener poderes mágicos… mmmm… ¡¡¡qué grande!!!
(a ver si publica ya de una vez la tercera parte… que esto es un sinvivir…)
Este año ando sumergida en otros menesteres literarios, menos serios pero mucho más «caldeados» con Elisabet Benavent… jajaja ;-)
No eres la primera persona que me habla maravillas de la saga del nombre del viento. Me está picando la curiosidad.
Tienes que leerlos!!! No lo dudes más… ;-)