« La música es el arte más directo, entra por el oído y va al corazón».

– Magdalena Martínez-

¿Qué es lo que más odia Felio en el mundo, cuál es su punto débil?
¿La criptonita, las judías pintas?
No, La musica «Nonaino».

« CÓRDOBA (ESPAÑA, dónde si no) 9:00 A.M.
Mis párpados se abrieron repentinamente como dos persianas con resorte, y una miríada de aquellas venillas rojas tan usuales volvieron a surcar mis escleróticas a causa del cansancio.
Un sonido infernal, una cacofonía impía y repugnante, había hecho martillear los huesecillos de mis oídos, mandándome la combinación de impulsos auditivos más desagradable que mi cerebro había procesado en mucho tiempo; si había algo que odiara en esta vida y que hiciera resurgir mis más brutales y primitivos instintos, era sin duda la música «Nonaino», y lo que estaba oyendo no era ni más ni menos que el grupo puntero en lo que a música de gasolinera y de bar de estación de servicio se trataba, dado que mis oídos estaban siendo obsequiados con el último éxito en todas las cárceles y reformatorios, el último son de «Canela», «Tú me engañaste con mi Husky siberiano». Como era habitual, se trataba de una mezcla de sintetizador de banda de verbena y voces cantando en falsete una amalgama entre rumba venida a menos y ritmos tecno dignos de la peor película porno. Tal como solía suceder con este tipo de grupos (¿o debería decir subgrupos?) la letra haría alusión a alguna de las siguientes incógnitas universales del alma humana, a saber: cuernos, amor, marginación, o que mala es la droga pero cuánto nos gusta.
La inmunda letra de la última estrofa se fue colando en mi cabeza sin que mis doloridos tímpanos pudieran impedirlo.

«Yo aún tengo sentimientos,
pero es que era mi perro.
Maldito seas gitano,
Te tengo en mi pensamiento.»»

(Extracto de Historias que no contaría a mi madre)

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La fatídica cinta