Si tu abuela entrara en tu cuarto al grito de «¡Niño, ya está bien de procrastinar!», seguro que fliparías en colores, y pensarías que se ha pasado con la dosis de marihuana medicinal. En mi ignorancia pensaba que este feo palabro era un nuevo anglicismo puesto de moda, pero investigando he visto que es una palabra de raigambre latina, que significa diferir, aplazar. Lo dice la RAE. Así que hoy te voy a enseñar cómo y por qué evitar procrastinar en redes sociales (usando el método flichorner).
Un problema de tiempo, la procrastinación en redes sociales

Imagen: http://dandoporculo.com
Para los escritores y bloggers es un término que ha cobrado relevancia, porque internet es como es camino que transitaba Caperucita, del que no debía apartarse, pero por el que le surgían distracciones.
En la metáfora, la casa de la abuelita es la información a la que quieres llegar o la tarea que pretendías realizar cuando encendiste el ordenador pero que olvidaste al segundo al ver un vídeo de messenger en el que supuestamente salían tetas y culos.
En el caso del escritor, la procrastinación se puede ocultar detrás de atender a sus compromisos en redes sociales, o de mirar (por millonésima vez) como van las ventas en Amazon, o por leer algún artículo interesante.
Y es tiempo que te quitas de escribir. Esto pasa porque has creado una micoradicción. Cada 5 minutos miras twitter a ver quien a retuiteado tu contenido o lo ha marcado como favorito, si te sigue algún nuevo perfil, etc.
En todos los artículos recomiendan, para evitar caer en este tipo de procastinación, teclear con un dedo metido en el culo.
Es mentira.
Recomiendan establecer un horario con una duración determinada para este tipo de tareas. Es que tenía que llamar tu atención, que te estabas durmiendo.
He de confesar que, personalmente, lo llevo mal, y como me despiste se me va media tarde entre twitter, Wattpad, escribir para el blog, etc.
Y los libros se quedan mirándome desde su carpetita del ordenador con cara de pena. En el caso de los libros eróticos, si los escribiera, sería con cara de pene.
Pero no es el caso.
Y es que a veces, ponerse a corregir un texto, como ya comenté en este artículo, es una experiencia tan sensual como esta (sé que ya he usado esta imagen, y que es muy cutre, pero me flipa, qué le vamos a hacer).
Lo mismo pasa con retomar el argumento de la novela, releer lo escrito y continuar, cuando tienes que integrar datos, o simplemente no estás inspirado.
Eso es así.
El tiempo es finito, y la pereza es gordita, y uno se puede enganchar con facilidad a estas microadicciones pensando que son labores de marketing y promoción ineludibles y superimportantes que deben hacerse en ese momento sí o sí.
Desde luego el feedback (y la correspondiente gratificación, u endorfinas que te segrega el selevvro) suele ser mucho más inmediato que dedicar horas a un post del blog que a lo mejor nadie comentará o difundirá, o meses a un libro que no sabes si tendrá o no buena acogida.
El método flichorner
Pienso que es importante, en primer lugar, tomar conciencia del hecho de que estamos un pelín enganchados y, posteriormente, ir limitando el uso en el tiempo. Para ello te propongo un truco: cada vez que te sorprendas a ti mismo procastinando, a modo de alarma mental, canta la siguiente adaptación libre del grupo SKA-P:
Procrastina, procrasitna, pro-cras-ti-na-ción
basta ya de hipocresía
¡Procrastinación, procrasitinación!
Te hará sentir tal ridículo y asco de ti mismo que subconscientemente evitarás volver a procrastinar para eludir el bochorno.
Si te atreves a cantarlo en voz alta, mucho mejor (por favor, hazme llegar un vídeo de eso). Puede que recibas retroalimentación de las personas que te rodean en forma de ataques verbales o físicos que contribuirán a reforzar el condicionamiento negativo para paliar esta conducta.
Yo estoy en periodo de desintoxicación de mirar el panel de ventas de kindle KDP, entre otras cosas porque es un proceso muy a lo Homer, concretamente como cuando Bart le mete a Homer su propio dedo en un perrito caliente, y este, cada vez que lo muerde, suelta un quejido de dolor, pero, como es tan tonto, sigue intentando comerse su propio dedo, sin establecer la conexión entre el dolor en el dedo y el sospechoso parecido de la salchicha con el mismo.
En mi caso me meto para matar el aburrimiento en el panel de KDP y grito ¡Ouch! cuando veo las cifras de ventas. Entonces cierro KDP, pero a las horas me entra curiosidad y vuelvo a entrar… and so on.
Creo que tengo que comprarme una consola.
O una botibota en su defecto, entretenimiento donde los haya.
Ochentero que es uno.
Y tú, ¿crees que aplazas cosas por revisar tus perfiles de las redes sociales? ¿Tienes algún método para planificarte? ¿Te ha parecido el método suficientemente flichornoso (flipante+bochornoso)?
Cuéntamelo en el hilo de comentarios y comparte esta entrada en las redes sociales. SKA-P te lo agradecerá
Y de bonus, una de las canciones más flichornosas de la música española.
El estribillo «Cannabis, de calidad y barato», me parece de un caradurismo epic level.
O sea, que no solo quieres que legalicen la María, sino que sea de calidad suprema y baratito pa que te puedas dar un homenaje. Ya puestos, que te pongan un criado malayo que te líe el trócolo y te traiga unos panchitos cuando te entre el hambre.
Qué gracia me ha hecho el artículo, y sobretodo la imagen. Dejar de procastinar es muy difícil, y todos lo sabemos. Biquiños!
Gracias por comentar Cris, me alegro de que te haya gustado.
Y tengo un enganche a mirar cada dos por tres el twitter y el correo que no veas, pero gracias a flichorner lo superaré!
¡Un saludo!
Grandes verdades en este artículo, como siempre, contadas de forma humorística. Muchas veces me sorprendo a mi mismo demasiado pendiente del Twitter (única red social donde estoy activo, la otra sería g+, pero no la reviso tanto). Ahora, una pregunta: ¿Por casualidad tu no habrás escrito en los años 1993-1994 para una revista española llamada Todo Pantallas?
Twitter es muy adictivo, sí. En cuanto a la revista, me temo que no, nunca he escrito para una, tan solo escribí un artículo contando mi experiencia cuando me publicaron «Historias que no contaría a mi madre» en una revista de la diputación de Córdoba.
Desde que hice el mismo descubrimiento que tú, Rafa, que «procastinar» no era una palabreja recién inventada, descubrí en paralelo ¡que llevo haciéndolo (en mayores o menores dosis toda la vida!, sobre todo, como cuentas, cuando toca redactar y repasar documentos… ¡y hoy lo he vuelto a haceeeeeeeer, dioooos!, mucho antes de leerte, durante todo el díaaa…
Me he identificado absolutamente con eso de repasar textos, retomar el hilo argumental de lo que estabas escribiendo o llevas escrito…
¡¡¡Menos mal que tenemos al Realsuperjiro PollovengadorSevilla para descargarnos del sentido de culpa!!!
Jaja, la verdad es que procrastinar suena mejor que postergar, o simplemente que «ser un flojo».
Yo lo de revisar manuscritos es lo que peor llevo. Cuando vas por la cuarta o quinta vuelta… ¡buf!
¡Un saludo y gracias por comentar!