Capítulo 9: Alucinaciones perniciosas

Lucy in the sky with diamonds -The Beatles

Al frente, los edificios del Campo de la Verdad nos observaban desde la otra orilla del Guadalquivir, impávidos ante el drama humano de experimentación con sustancias sicotrópicas que estaba teniendo lugar.

En un momento determinado alguien reparó en que Makcoma estaba con los ojos vueltos y no cesaba de preguntar a los presentes:

―¿Qué día es hoy?

Cuando alguien de la concurrencia le contestaba, él respondía siempre lo mismo:

―Yo me sé los días de la semana en inglés, Monday, Tuesday, Wednesday…

―Ostias tú, estos se han «quedao cogíos» ―me interpeló Ramiro mientras esbozaba una sonrisa burlona.

―Vamos a explorar, que por allí el suelo está adoquinado con flamenquines ―aseguró Espina, y comenzó a caminar imitando los andares de Groucho Marx, con pasos muy largos y el torso inclinado hacia delante.

En mi lisérgico campo de visión apareció un objeto que al instante ejerció sobre mí una atracción irresistible. Lo que de ordinario era un castillete inflable para los niños que venían al mercadillo los domingos a que su madre comprara bragas de oferta de color carne y calcetines para su marido, ahora se me antojaba como una mezcla iridiscente entre el castillo del logotipo de Disneylandia, una casa del terror y un lupanar romano.

Había sílfides semidesnudas en las almenas que me llamaban, ven, veeeennn, me decían con voz sinuosa y acariciante.

Fascinado como estaba tan solo pude levantar un dedo y, con los ojos como platos fijos en el enigmático castillo, susurrar: ―Allííí…

A lo que Makcoma contestó: ―Pues yo sé decir los días de la semana en inglés, Monday, Tuesday, Wednesday…

Smoke on the water -Deep purple

 

(…)

Sea como fuere, de repente el cielo comenzó a cambiar de color al ritmo de unos pesados acordes de guitarra eléctrica que eran arrastrados por el viento, entremezclados con el son de un órgano. La melodía me era muy conocida, ni más ni menos que una de las canciones más famosas de Deep Purple, ¿pero cuál era? Todo comenzó a girar a mi alrededor mientras los colores de «mi» realidad mutaban en una danza deslumbrante. Comencé a caminar extasiado, sin rumbo.

Tras unos pasos recorrí tres losetas, pero cuando volví el rostro vi que el resto de mis alucinados compañeros se hallaban a varios kilómetros de distancia.

-Extracto de «Imposible pero incierto (una novela de horror có[s]mico)