Aprovecho el parón de Semana Santa, en el que el tráfico del blog de seguro se vuelve más intimista, para verter en estas líneas una confesión.

No se trata de ningún artículo sobre alguna ocurrencia ni de nada relacionado con los libros.

miedos-de-escritor

Es solo un pensamiento peculiar.

Desde hace tiempo tengo la fantasía de irme a escribir a una cafetería.

Podrá parecer una gilipollez, pero algún día me gustaría probarlo, para imbuirme del espíritu bohemio que se supone que lleva asociado esto de juntar palabras, lo cual sí que es una gilipollez, pero a veces los clichés se nos graban en el cerebro que es cosas mala, aun siendo conscientes de ello.

Pero me da un poco de vergüenza.

En serio.

A pesar de haber sido capaz de empresas tales como convencer a un dj de un after en Florencia para que pusiera Franco Battiato a las 5 de la mañana ante una audiencia de desfasados, a pesar de haber hecho un calvo a medio barrio disfrazado de Robert Smith, esto me me da reparo.

(A pesar del logro no fui capaz de que pusiera esta)

Aunque lo suyo sería que hubieran puesto esta y haber imitado el bailecito. Atiende coreografía. Y a las rimas.

Ahora que lo pienso, los pelos de Battiato en este vídeo se parecen bastante a los de Mr. Smith. ¿Qué fue primero, la gallina o el huevo?

Este es el momento en el que me da una embolia con tanto desvarío.

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Ir disfrazado de Robert Smith te hace invulnerable a la opinión de la gente…

Es absurdo, pero, ¿por qué?

Supongo que los grados de alcohol en sangre son un factor a tener en cuenta. Al menos ahora tengo un ordenador nuevo que no parece una nave futurista de película de serie b debido a los parches de cinta americana.

Tratando de desmontar este sentimiento extraño, ahí va un análisis de lo que me motiva a pensar de este modo:

  1. Me da la sensación de que me voy a aburrir solo. No sé, lo vería un poco rídiculo. Es como la gente a la que le gusta viajar sola. Yo ceo que me sentiría extraño, sin poder compartir el viaje con otra persona, aunque lo de escribir no es el caso, por que sí es cierto que es algo introspectivo.  O como cuando viajas por trabajo y tienes que desayunar solo, en un sitio desconocido, y estáis tú y tu tostada que te mira con su cara de miga inexpresiva, esperando a que la devores ante la indiferencia de la taza de café.

  2. Hay que encontrar la cafetería adecuada: No hay ningún starbucks que me pille cerca, y no me veo en plena epopeya creativa en mitad de un Dunkinn Donuts o en el café del Macdonald. Lo suyo sería algo con más encanto, pero que las sillas fueran cómodas…

  3. ¿Puede pasarse uno varias horas sentado en una cafetería habiendo pedido solo un café sin que el camarero te eche un mal de ojo? En caso negativo esta fantasía conduce a la hipertensión, pues tomando un café cada hora me puede dar un ictus. En lugar de eso después de la primera hora podría pedirme una cerveza. Ahora entiendo por qué  hay tantos escritores alcohólicos.

Además, actualmente estoy en fase de revisión de La guía de defensa personal contra zombis, tarea que tiene muy poco de creativo. 

Supongo que lo suyo sería ir cuando esté escribiendo la siguiente o algún relato suelto…

¿Excusas?

Y que conste que no es por la concentración. Yo soy capaz de escribir, como se suele decir respecto a la capacidad de dormir en condiciones inhóspitas, en el pincho de una pita. Gran parte de Historias que no contaría a mi madre lo escribí en el salón de casa mientras mi familia veía la tele, mientras se suponía que estudiaba, he escrito en la playa, mientras asistía a conferencias e incluso teniendo que estar pendiente de que un bebé conejil no devorara el manuscrito original.

En fin, no sé, quizás una tarde de estas me lance…