Sanchoooo, Quijoteeeeee…
Hace unos días leí algo que me dejaba perplejo: La RAE junto con Arturo Pérez Reverte, se habían encargado de «reescribir» El Quijote.
Me quedé preplejo.
Por lo visto su intención es hacer la lectura más asqequible para la nuevas generaciones, eliminando de este clásico expresiones ya en desuso que el lector no entendería, y dándole algo más de linealidad a la trama.
O eso he entendido yo.
A priori parece que han sacado un El Quijote para dummies.
Esto me plantea alguna que otra duda. ¿Tiene sentido reescribir un libro? Sería como repintar un cuadro o algo así, ¿no?
Te puede quedar una litografía de Andy Warhol o el Ecce Homo de Borja.
¿No se perdería la esencia original de la obra?
Cierto es que existen versiones simplificadas de clásicos, para hacérselos a los niños más pasables, y no es una cosa que se venga haciendo de nuevas.
Pero no deja de parecerme algo artificial, que además me lleva a una segunda pregunta que siempre me he hecho:
¿Es que a cojones todo el mundo tiene que leerse El Quijote?
¿El hecho de no haberlo hecho te convierte en un inculto?
Tal y como reza en el título, yo no leí el Quijote. Lo intenté, pero me aburrió, y no creo que por eso me haya pasado nada.
Pero vamos, que también me pasó cuando intenté leerme en el instituto El viejo y el mar (todavía podía estar el puto viejo tirando de la caña en la barquita), ni un libro de Kipling que me dio mi madre a leer, desesperada porque era un lector voraz y me había quedado sin lectura.
Menos mal que después de eso se gastaron las perras en la colección de Varco de vapor.
Lo mismo si se hubieran dedicado a endiñarme clásicos literarios habría dejado la lectura y hoy sería un semianalfabeto y me habría convertido en un José Tojeiro de la vida, todo el día echándole droja al Cola-cao y yendo con mujeres que ejercen la prespitación.
O lo mismo no.
Conozco la historia (la de El Quijote, no la de Tojeiro) porque, cuando era pequeño, tenía la versión en libro de la serie de dibujos que hizo Televisión Española, y porque, al haberse convertido en un arquetipo cultural, hay tantas referencias a él en los medios audiovisuales que es casi imposible desconocer la historia en líenas generales.
Quijoteeeeee, Sanchoooo…
Pero a veces me pregunto si el tener esta carencia en algunos círculos podría verse como un grave pecado.
Ya cuando la Editorial Zócalo publicó Historias que no contaría a mi madre tuve oportunidad de plantearme esta duda.
Fui invitado al celebérrimo programa cultural El puente de la luz, de la cadena municipal Onda Mezquita.
Era una tertulia de escritores cordobeses.
Un tema.
El presentador era un escritor cordobés al que yo desconcoía por completo, pero que resultó ser uno de los que partían el bacalao en el ambiente literario de la ciudad, columnista de un periódico y tal.
Nada más empezar, mientras nos maquillaban, se dedicó a poner Lucía Etxebarría a caer de un burro.
Un toque pintoresco.
En ese debate de altura participaban un abogado que escribía relatos de misterio que siempre ganaban los concursos, un profesor de instituto de un pueblo y poeta que hablaba raro, y que me regaló su libro de poemas en el que había un poema que hablaba de las pajas que se cascaban los muchachos del pueblo por la noche cuando llegaban a su casa pensando enlas mozas, no es coña, (por supuesto esto mismo dicho en lenguaje poético).
Y servidor.
La cosa es que en un momento determinado del debate el presentador se quejó de que la gente leía poco y mal, que como podía ser que hubiera tanta gente que no había leído El Quijote, y que ahora se leía mucha literatura basura.
En mi turno contesté que, personalmente, yo tampoco lo había leído, que cada uno tiene sus gustos, y que lo importante es que la gente por lo menos leyera, que no creía que tuviera que haber lecturas forzosas, porque eso solo hacía que las personas dejaran de leer por aburrimiento.
Cada lector debía encontrar lecturas que se adaptaran a sus intereses.
¿Habré proclamado públicamente que soy un gañán literario?
¡Y con los niveles de audiencia que tuvo que tener el programa!
Bueno, por lo menos me regalaron un pisapapeles del periódico Córdoba.
En cualquier caso, para celebrar esta obra cúlmen de las letras hispánicas, os dejo esta adpaptación inspirada en la música de la serie de dibujos homónima:, que no deja de ser una expresión artística inspirada por y derivada de este gran clásico.
Lo mismo un día me lo leo.
O no.
Para tocar las pelotas (si esa fuera tu intención final, o tal vez en un arrebato contra el mundo) podrías leer la nueva versión y poner en duda a todos los que dicen que es una obra que todo autor ha de leer, pues seguramente no estén de acuerdo con el hecho de que se haya recreado. Yo leí la mayoría de sus capítulos hace dos años, no me disgustó, está bien hecha, pero no encuentro que sea tan importante como un pilar para cualquier escritor.
Por otra parte, (y para hacer un poco de publi) te invito a visitar mi blog y discutir las 10 series de tv y películas que todo cinéfilo debe haber visto. ¡Saludos!
No, no quiero practicar touchball, era una reflexión así lanzada al aire, que me surgió al enterarme de que Pérez Reverte iba a participar en el proyecto.
Gracias por pasarte por el blog. Un saludo.