El toro día, gracias a Cris, de Cris en la India, me llegaba esta noticia, que corrobora las reflexiones que O Sensei Scallion hace en la introducción de la Guía de defensa personal contra zombis: Es difícil predecir cuál será la génesis del apocalipsis zombi, pero cada día hay más posibilidades de que sobrevenga, ya sea a través de un nuevo virus o de la experimentación médica.
Cada día podemos ver nuevas noticias como esta, en la que se describe como unos científicos han perfeccionado un método para resucitar a pacientes que hayan estado temporalmente muertos, entendiendo por muerte la ausencia de flujo sanguíneo y actividad cerebral
El método consiste en drenar la sangre del cadáver y sustituirla por una solución salina, conservando el cadáver a baja temperatura.
El cuerpo puede aguantar durante horas en este estado, para ser reanimado posteriormente.
La principal utilidad sería conservar cuerpos que hayan sufrido heridas que son mortales si no son tratadas por ejemplo en un quirófano, para trasladar el cadáver a un lugar en el que sería reanimado y se le daría el tratamiento adecuado para que no muriera.
De todas formas creo que no se trata de algo nuevo.
Puede que estemos ante el efecto Lázaro, tan típico en los medios de comunicación durante el verano, es decir, noticias antiguas que parecen resucitar al ser dadas como nuevas para rellenar la escasez de las parrillas informativas de los medios que cartacteriza a la estación estival.
Digo esto porque ya había oído de una experiencia similar llevada a cabo por un científico ruso con perros hacía bastantes años.
Lo más macabro del asunto es que al parecer el perro reanimado, aunque tenía un comportamiento normal, era rechazado por el resto de perros del laboratorio, como si estos intuyeran que algo había cambiado en él.
Y es que cruzar la frontera que separa la vida y la muerte debe marcar de algún modo, digo yo…