Ya está, ya se ha vuelto loco este, tras escribir tantos relatos de comedia y terror.. Sí se veía venir.
Esto es lo que pensará más de uno al leer el título.
Las voces dentro de mi cabeza
Bien es verdad que dicen que los escritores tienen algo de neurosis, un leve toque de locura, una seudoesquizofrenia que les hace inventar mundos que no existen pero que para ellos son reales.
Lo que si es cierto y verdad, es que oigo voces en mi cabeza.
Son las que me motivan a escribir. Las voces de los personajes que pueblan los relatos de humor, las historias de terror que aún están por escribir, dentro de mi cabeza.
Es como vivir en dos universos, el exterior, y ese que hay dentro de mí, y que todavía no se ha materializado.
Cuando empecé a escribir los primeros relatos de comedia que componen Historias que no contaría a mi madre, allá por 1996, era fácil callar a las voces.
Tan solo tenía que dejar los apuntes de lado y ponerme a escribir.
Relatos de comedia y terror inacabados que pugnan por salir a la luz
Actualmente, escribiendo Lo poco que sé del misterio, me doy cuenta de que me está tomando más tiempo del que en principio había previsto.
Ya no se trata de cuentos humorísticos cortos o de relatos de terror.
Escribir ensayo es algo muy distinto, y más si se trata de un ensayo sobre fenómenos paranormales.
Aunque tengo el grueso de la información en mi cabeza, también es cierto que cuando se manejan datos hay que investigar más, elaborar la información, y esto requiere su tiempo.
Y en este tiempo, el resto de historias pugnan por salir al exterior, hartas de esperar, temerosas de caer en el olvido.
A veces, por las noches, viene a visitarme Felio, y me cuenta al oído sus aventuras que están por venir. Otros personajes, aun sin nombre, me piden a gritos que los termine, que les de la forma final para que puedan existir para que puedan tener sus propios relatos de comedia, sus propias historias de terror.
Jonás quiere terminar de resolver el misterio del edificio encantado, Hermenegilda Osea quiere librarse de la maldición de viajar por los vertederos de la globalización en pos cumplir la voluntad de una entidad extrahumana, todos pugnan por escurrirse hasta la pantalla o el papel a través de mi mano.
Lo que empezaron como relatos de comedia o cuentos de terror, poco a poco, en su encierro entre las cuatro paredes de mi cráneo, han ido creciendo, complicándose, hasta convertirse en historias adultas, en novelas completas, en mundos independientes que quieren nacer, tener su propia génesis material que les permita salir de la abstracción del mundo de la ideas.
No hallaré descanso hasta que los saque de mi cabeza.
Aprovecho la intimidad de este post para preguntarte, ¿te gustaría que el próximo libro fuera una continuación de las aventuras de Felio o compañía, o preferirías conocer, a través de un narrador omnisciente, las peripecias de un Cassanova moderno en pos del despertar espiritual, que deberá correr mil y una aventuras, hasta enfrentarse al final a una oscura entidad que se cobija entre los restos de un edificio abandonado?
Como siempre, aprecio tu opinión, querido lector.
Me he sentido totalmente identificado. Actualmente tengo una novela en desarrollo, y cerca de diez guiones más transcritos en fugaces hojas de escritorio que se amontonan cronológicamente. Y ocurre con frecuencia (sin ir más lejos esta noche) que las historias se enredan sobre sí mismas, se desarrollan y te vienen a despertar, siendo tú el mero escriba que las plasme para que nadie las olvide nunca, como si viniesen de otro lado, como si sus voces tuviesen consciencia y estuviesen vivas. He de reconocer que las mejores ideas me han surgido durmiendo mediante maravillosos procesos electroquímicos inducidos por el descanso y una alta concentración de melanina en sangre.
Ciertamente es como comentas. Robert E. howard decía que sus historias de la era hyboria le venían como una inspiración, como si le estuvieran dictando crónicas de un mundo paralelo, como los libros revelados de A. Crowley.
Supongo que es parte del encanto de este asunto, pero a veces me gustaría porder terminar rápido todas las historias que se me acumulan en la mollera ;)
Ciertamente, yo también me he sentido bastante identificada… pero hablar de mis escritos no es algo que haga «en la intimidad» de Internet… y no están asignados aún todos los nombres de mis personajes ni están tan bien definidos sus perfiles psicológicos o las motivaciones que les empujan a realizar sus actos (resolver algo, librarse de algo…) como parece ser el caso de los tuyos en el artículo presente…
Sí que luchan por salir, y muchos ya están fuera, pero… eso deben decidirlo ellos, no tú (sólo eres el artista que modela, que esculpe la piedra, la palabra en este caso. La obra está en tu mente, es cada voz que escuchas… (no, no tengo esquizofrenia…, es una metáfora, como la tuya.) Me ha gustado tu artículo. Gracias. Un saludo.
Gracias a ti por leerlo y comentar. Siempre es agradable saber que hay gente que experimenta los mismos procesos que vive uno en la creación.
Un saludo
Por mi parte, me encantaría seguir con las aventuras de Felio …
Ok, tomo nota! ;)
Felio!.Y el fantasma de la Espasmos.
Ja jajaja! Tomo nota! Me has dado una idea! ;)
¡Hola! Cuando te pongas delante del ordenador supongo que te apetecerá una cosa más que la otra, así que en pro de un buen resultado (lo que es bueno para todos) haz lo que te dé la gana ;)). Lo que sí me parece estupendo es que te pongas con el siguiente libro :))).
Gracias! Pues supongo que cuando termine con mi etapa mistérica y tenga que pasar al siguiente proyecto será cuando decida, ciertamente en función de las ganas.
Un saludo