Aventurasydesventurasde un escritor indie_opt

Al final los zombis no invadieron la tierra, pero…

Parece que, cuando llega la fecha de la firma en la feria del libro, Murphy, el hijoputa que inventó la ley esa que todo lo fastidia, se pone rumboso.

Al final, mis predicciones de que los zombis invadirían la tirerra solo por joder la firma no se cumplieron.

Tampoco hubo lluvias de meteoritos.

No.

Esta vez el terror provendría de un enemigo minúsculo, casi invisible, que acechaba oculto en una oscura cavidad… concretamente en la cámara de fermentación intestinal de cierta coneja…

Pues sí. La vispera de la firma mi mascota comenzó a tener un comportamiento anómalo, que indicaba que estaba enferma. Cuando empezó a agitarse con taquicardias y fiebre, nos dimos cuenta de que la cosa parecía seria.

Esa noche la coneja se puso mala con una diarrea blanca que me hizo pensar si no era un animal sintético como los humanos sintéticos de Alien que estaban rellenos de un fluido blanquecino.

coneja trastorno digestivo_opt

Así que tocaba estar pendiente por turnos, para asegurarnos de que permanecía hidratada y con la temperatura controlada para que la fiebre no le causara un golpe de calor.

Total, que teniendo que entrar a las 8 a mi trabajo alimenticio, a las 4 de la mañana estaba todavía en planta haciendo de enfermero conejil.

La jornada prometía.

Por suerte la cosa quedó en un susto.

Tranquilos queno hapasao ná.

La próxima vez me echo de mascota un mejillón, que son menos sufridos.

17:45 pm

Tocaba ya salir para coger el metro, pertrechado con todo el equipo: ordenador portátil para poner el booktrailer del libro (que al final nunca uso por un motivo o por otro), carteles de la firma, fixo, flyers, y mochila con los ejemplares.

Algo así como los chinos que se ponen a la salida de los after hours, pero ofreciendo lectura en lugar de comida de dudosa procedencia.

Pero antes una parada en el cajero automático para sacar pasta, que luego habrá que tomarse unas cervecillas.

Muy bien, el cajero hace la operación completa, pero no echa el dinero.

Cagüendios el Murphy de los cojones. Menos mal que la oficina está abierta por la tarde. Toca entrar; una cola del copón. Joder, yo que iba con tiempo, y veremos a ver si por la mierda del cajero no llego tarde.

Menos mal que en el banco la eficiencia es absoluta, y tras preguntarle dos veces con cara de loco al señor que me atiende si está seguro 100% de que no me habrán cargado un dinero que no he recibido, consigo el parné y me piro cagando mixtos.

Ahora tocaba el ya tradicional tweet en el metro:

 

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¡Por fin en la feria del libro!

Café para llevar del Costa café y algunos cientos de metros después, la expedición arriba a la feria del libro.

Toca montaje exprés del chiringuito, cual Georgie Dann con sobredosis de anfetas.

Por el pelado, más o menos…

Aunque este año Steve Jobs no me la ha jugado, no hay sitio para poner el ordenador con el booktrailer.

Bueno, tampoco es tan importante.

Sí, ya sé lo que te estás preguntando:

¿Pero cómo fue?

El éxito de la jornada fue el relativo como lo es todo en la vida; si comparo con Christian Gálvez, que firmaba a unas casetas más allá, obviamente no tuve su nivel de ventas y afluencia de público, pero el hecho de que alguien se desplace tan solo para verme a mí, un completo y absoluto desconocido, en la feria del libro, ya supone, al menos para mí, un éxito.

 Por cierto que me contaron un dato flichornoso.

Christian Gálvez, en la firma de su libro, añadía un pequeño toque de perfume a la página del libro en la que firmaba con un bote que se sacaba de repente, y explicaba que era un perfume diseñado por él inspirado en el Renacimiento.

Todo tiene una explicación, el libro versa sobre el artista Miguel Ángel, que vivió en ese momento histórico.

Todo un ejemplo de marketing integral.

 Y yo me pregunto: ¿en el Renacimiento a qué olía?

A mí me da que a sobaco resudao y a culo, porque la higiene no estaba muy de moda por aquel entonces.

¿Lo habrá llamado La Vadá?

¿Renaissance Ojayo?

Christian Gálvez Renacimiento

Esperemos que no le dé a los escritores de libros de zombies por diseñar un perfume inspirado en sus obras…

Bueno, bromas aparte, que seguro que el perfume huele muy bien.

La experiencia fue, como siempre, enriquecedora, y superó mis expectativas, que eran cero patatero.

Por ejemplo, aprendí que los carteles pueden ser muy útiles. Se acercó un señor mayor balbuceando incoherencias sobre unos cromos que quería vender en mi librería.

Solo con señalar al cartel me ahorré minutos de absurdas explicaciones.

Firma de jemplares_opt

También me sirvió para reafirmarme en algo que ya descubrí en la edición del año anterior: que la gente es maravillosa, tanto los que se pasan a saludar, como los que acuden a comprar el libro de un autor desconocido, o se dedican a ayudarte repartiendo flyers de forma altruista.

El repartidor de flyers_opt

 

Fan numero 1_opt

 

Así fue como transcurrió la tarde, entre anécdotas, conversaciones interesantes sobre el misterio.

Con ismael y libros en el petate_opt

 Y alguna que otra firma, que también las hubo, lo cual no deja, un año más, de sorprenderme.

firma con hernia_opt

Así que, a todos, gracias.

Y especialmente al personal de la librería El oso y su libro, que un año más me dieron la oportunidad de estar con vosotros.

stand el oso y su libro_opt

Por cierto, que dejé algunos ejemplares de mis libros en la caseta de El oso y su libro, por si te das una vuelta por la Feria del libro de Sevilla 2016 y te apetece acerte con ellos.

Cómo sabes, también los puedes conseguir aquí sin moverte del salón de tu casa.

Y también están disponibles ya en la propia librería El oso y su libro, en Sevilla.

A más ver

R. R. López