Hoy hablaremos de House: la tetralogía.
Todas las temporadas dedicamos un monográfico a alguna de las grandes sagas del cine de terror, normalmente de los 70 y 80.
Esta vez le ha tocado el turno a una saga que, si bien como saga al final no llegó a gran cosa, porque ni siquiera tiene mucha coherencia interna entre sus 4 partes, y, como suele pasar con estas sagas, va degenerando a partir de la primera película, merece un sitio en nuestro corazoncito por su originalidad y por lo divertida que es.
Al menos la primera parte de House: la tetralogía.
Y también es justo reivindicarla, dado que ha pasado desapercibida para gran parte del público.
Porque, ¿qué dirías si te cuento que en 1985 se estrenó una película que combinaba los fantasmas, las casas encantadas con comedia, zombis, y monstruos bastante lovecraftianos?
Pues esa película fue House: una casa alucinante.
Titulada en inglés House: Ding Dong. You’re Dead, la primera parte de House: la tetralogía fue estrenada en 1985 y dirigida por Steve Miner.
Lo que son las cosas, como en su época la vi en video, siempre había pensado que se trataba de una producción de serie B, de esas que hacen sonar la flauta por casualidad, pero nada más lejos de la realidad.
House fue toda una película de primera línea.
Rodada con un presupuesto de 3 millones de dólares, se estrenó en cines el 28 de febrero de 1986 y recaudó 5.923.972 dólares.
Posteriormente, en el mercado del vídeo doméstico recaudaría más de 19 millones de dólares, lo que la convirtió en un éxito comercial.
En 1987, Richard Moll y Kay Lenz fueron nominados por la película a los Premios Saturn. El director Steve Miner ganó el Premio de la Crítica por su trabajo en la película.
Lo cierto es que la película ya partía con buenos mimbres para ser una producción de éxito, y esto en parte se debía a su vinculación con otra de las grandes sagas del cine de terror de la época: Viernes 13.
¿Y en qué consiste este vínculo entre ambas?
Pues, para empezar, el productor de la película fue Sean S. Cunningham, que había producido la primera entrega de la saga Viernes 13. Roger Corman, otro clásico del cine de terror de serie B también participó en la producción.
El director Steve Miner, por su parte, acababa de dirigir la segunda y tercera entrega de la franquicia de Jason.
El productor Sean S. Cunningham decidió rodearse de su equipo habitual, motivo por el que eligió como coordinador de los dobles de escenas de acción a Kane Hodder, que es conocido por ser el actor que más veces ha interpretado a Jason Voorhees en la saga viernes 13, concretamente en cuatro de las entregas.
Como curiosidad, cabe mencionar que Steven Williams, que interpreta en House el papel de un policía, también formaría parte del reparto, años más tarde, de una de las películas de la saga Viernes 13: Jason Goes to Hell.
También aparece el actor Steve Susskind, que tuvo un papel en la tercera entrega de Viernes 13, y Ronn Carroll, que aparecía en la primera entrega de la saga.
Y cerrando esta conexión tenemos a Harry Manfredini, el compositor de la celebérrima banda sonora de Viernes 13, que se encargó de poner música a House con su habitual combinación instrumentos de cuerda que crean atmósferas inquietantes.
De la banda sonora cabe también destacar la inclusión del clásico del soul de Betty Everet You are no good, que da lugar a una de las escenas más pegadizas de la película.
Pero vayamos al origen, a la génesis de House.
La idea surgió en al cabeza del director y guionista Fred Dekker, responsable de otras comedias de terror de los 80 como “El terror llama a su puerta” o “ Una pandilla alucinante”, como su propia versión de la película “En los límites de la realidad”, que en 1983 rindió homenaje a la mítica serie años 50 y 60 Dimensión Desconocida (The Twilight Zone) de Rod Serling.
Dekker pretendía hacer otra película antológica con varias historias fantásticas y de terror junto a sus colegas Steve Miner, Ethan Wiley y Shane Black.
Pero, como el proyecto no llegó a buen puerto, decidió reutilizar uno de los capítulos de dicha antología y convertirlo en una película.
Y así nació el Germen de House.
Por su parte, el director Steve Miner vio House como una oportunidad de que le tomaran más en serio en la industria, y para él fue una película de transición que le permitió salir de su encasillamiento como director de películas de terror para explorar nuevos géneros como la comedia, aunque en este caso fuera una comedia de terror.
De hecho, sus siguientes trabajos después de House fueron Harvard: movida americana, de 1986, y el episodio piloto de la serie Aquellos maravillosos años, que vería la luz en 1988.
Miner sería también responsable de otra película de culto dentro del terror de serie B: Warlock, el brujo.
El guionista Ethan Wiley sería el encargado de desarrollar la idea original de Fred Dekker añadiendo un toque de humor negro y algunos de sus gags más memorables.
Para alguien que no se haya criado en los 80 es difícil entender la nostalgia que suscita el visionado de la película, dado que al verla, en su reparto, tenemos a actores que en aquella época eran muy populares y que forman parte de los recuerdos de nuestra infancia, pero que a un joven de hoy posiblemente le digan bien poco.
En el papel protagónico tenemos ni más ni menos que a William Katt, que encarna al escritor de éxito Roger Cobb, y que en la época era muy conocido por haber interpretado al protagonista de una de las primeras series de superhéroes con algo de presupuesto, el Gran héroe americano,además de haber sido el chico que acompañaba a Carrie en al baile de graduación en la adaptación de Brian de Palma de la sangrienta novela de Stephen King.
Katt se había ganado el corazón de todos los niños de mi generación al acompañarnos en todas las siestas de la sobremesa, cuando solo existían la primera y la segunda cadena, al amenizarnos las horas de ventilador y oscuridad para mitigar en calor, con sus andanzas como un don nadie que encuentra un traje alienígena con superpoderes que no puede controlar porque ha perdido el libro de instrucciones, teniendo que aprender a usar sus poderes a base de ensayo – error, lo que daba lugar a las más disparatadas situaciones.
En House, el personaje de Roger Cobb también tendría ese aire de simpático antihéroe.
El contrapunto cómico en la piel del vecino pesado de Cobb lo ponía George Wendt, otra estrella televisiva de la época gracias a su papel en la serie Cheers.
El antagonista, por su parte, también era otro rostro conocido de la pequeña pantalla, el actor Richard Moll, famoso por su papel como el gigantesco alguacil Bull en la serie Juzgado de guardia.
La película ya es macabra desde su inicio.
La tía del escritor de novelas de terror Roger Cobb se ha ahorcado en la misma casa en la que tiempo atrás , e inexplicablemente, desapareció su hijo.
Esta tragedia le ha llevado a separarse de su mujer recientemente, y está en mitad de un bloqueo del escritor.
Mientras gestiona la herencia y los preparativos del funeral de su tía, decide aprovechar para pasar unos días de aislamiento en la casa, con la intención de escribir una novela sobre su experiencia como soldado en la guerra de Vietnam.
Después del funeral, a pesar de que el tipo de la inmobiliaria le recomienda vender la casa, Cobb decide vivir allí un tiempo.
Al ser la casa en la que se crió, comienzan a invadirlo recuerdos de su infancia, pero también unas extrañas e intensas pesadillas relacionadas con sus traumas en la guerra de Vietnam y, concretamente, con la muerte de un compañero de armas, apodado BIg Ben, interpretado por el actor Richard Moll.
Durante una misión de reconocimiento, su amigo Ben resultó herido en una emboscada. Ben rogó a Cobb que le rematara, pero Cobb no se atrevió y huyó para buscar ayuda dejando a Ben malherido a merced de los vietnamitas, por lo que juró vengarse de Cobb.
Pronto, las pesadillas darán paso a extraños fenómenos hasta que, una noche, mientras investiga un ruido procedente la habitación de su difunta tía, será atacado por un extraño monstruo.
Cobb empezará a sospechar que todo esto está relacionado con la misteriosa desaparición de su hijo, que puede que esté atrapado en algún lugar al que solo se puede acceder a través de la casa…
La mansión, que existe en la realidad, está ubicada en el 329 de Melrose Avenue, en Monrovia, California, y dese el inicio de la película se convierte en un personaje más que carga la cinta de una atmósfera tenebrosa y opresiva.
La película fue rodada en 8 semanas, y, a pesar de lo que hemos contado antes, su preestreno para los profesionales del sector y productores fue un desastre, pero Steve Miner, en lugar de desanimarse, volvió a la sala de edición para volver a montar la película, y cuatro semanas más tarde presentó un nuevo montaje y fue todo un éxito.
A este éxito también contribuyeron los magníficos efectos especiales, para la época, de la película.
Los encargados fueron Barney Bruman (Saturn Award y Oscar al mejor maquillaje en 2010 por Star Treck) y Brian Wade, que ha trabajado en La cosa, Terminator y El terror no tiene forma, entre otras.
Estos efectos artesanales consiguen, mediante marionetas, maquillaje y algunas escenas de stop motion, crear unos monstruos entre caricaturescos y demenciales, según la escena tenga un toque más cómico o más terrorífico.
El monstruo del armario, al que el equipo creativo bautizo como War demon o demonio de la guerra, es una criatura de lo más lovecratiano que, aunque es difícil apreciarlo, esta diseñada para tener el aspecto de los cuerpos quemados por napalm en vietnam y cuyas garras terminan en balas.
Esta marioneta medía 5 metros y medio y tenía que ser manejada por 15 personas.
Pero si hay un monstruo que ha quedado como icono del terror sin duda es el Big Ben zombie, para el cual se inspiraron en Eddie, la mascota de la banda de heavy metal Iron Maiden.
Como muchas películas estadounidenses de los 70, los 80 y de principios de los 90, uno de los temas principales de la película es el trauma piscológico de los veteranos de la guerra de Vietnam.
El protagonista, Roger Cobb, sufre pesadillas y alucinaciones vívidas en las que revive sus experiencias en la guerra, lo que coincide con los síntomas del desorden por estrés post traumático, que fueron reconocidos en 1980 por la Asociación Psiquiátrica Americana.
Películas como esta son el reflejo de un cambio de conciencia en el país por el que se pasó de describir las guerras como gestas gloriosas, como se mostraban hasta entonces en el cine bélico, a mostrarlas como eventos traumáticos y horribles.
La película tiene algunas curiosidades y guiños al género de terror como, por ejemplo, el cartel de SE VENDE que hay colocado en la casa, con el nombre de la empresa Craven Realty, que es un guiño al celebérrimo director de cine de terror Wes Craven, o que la tía del protagonista sea la Señora, Hooper, como guiño al director de terror Tobe Hooper.
Como última curiosidad sobre esta primera entrega, comentar que en la mayoría de las películas de Miner aparece siempre algún personaje que se apellida Fitzsimmons, que era el apellido de un niño que era vecino del director en su infancia.
En el caso de House, podemos verlo como el compañero negro del escuadrón de Roger Cobb en Vietnam.
Por último, cabe destacar el regusto lovecraftiano de esta película, dado que sus horrores son físicos, criaturas extrañas e incluso tentaculares en algunos casos que vienen de otras dimensiones, para las cuales la casa, y concretamente las fuentes de agua, actúan como puerta.
HOUSE II
Dado el éxito comercial de esta primera entrega, la segunda parte de House: la tetralogía no tardaría en llegar.
Ni en USA ni en España nos comimos el tarro con el título.
En América se estrenó como House II, y aquí como House II, una casa aún más alucinante.
El guion corrió de nuevo a cargo de Ethan Wiley basado en la idea original de Fred Dekker.
Ethan Wiley solo tuvo dos semanas para escribir el guion, y la verdad es que se nota.
El propio Ethan Wiley, que ya había dirigido Los chicos del maíz, tomó el relevo de Steve Miner en la dirección.
En esta segunda parte el terror pierde protagonismo para dar más peso a la comedia, la fantasía y el cine de aventuras.
Aunque se vendió como una secuela de House, en realidad no tiene ninguna conexión argumental con su predecesora.
Al final acaba siendo un batiburrillo en el que se mezclan dinosaurios, el salvaje oeste, templos maya, criaturas extrañas y viajes interdimensionales.
El argumento: Jesse, acompañado por su novia y su amigo Charlie, llega a la gran mansión que acaba de heredar de su familia. Atraído por el álbum de fotos familiar, empieza a investigar la historia de sus antepasados y descubre que su tatarabuelo fue un famoso bandido del oeste que robó una misteriosa calavera de cristal a la que se atribuyen poderes mágicos y que fue enterrada con él. Tras encontrar la tumba de su antepasado, los jóvenes deciden desenterrarle…
De nuevo esta película fue producida por Sean S. Cunningham, por lo que también tiene ciertas conexiones con el equipo de producción de la saga Viernes 13.
De hecho, parte de la banda sonora de la 4ª entrega de Viernes 13 se recicló para usarla en esta película.
La actriz Lar Park-Lincoln, que interpreta el papel de Kate, y Kane Hodder, que en esta ocasión hace de gorila, aparecerían también en Viernes 13 VII.
De nuevo tenemos en el reparto a un actor de la serie de la época, Cheers, en esta ocasión John Ratzenberger, que interpreta al personaje más carismático de la película, un electricista reconvertido en aventurero interdimensional.
Por su parte, Dwier Brown, que hacía de teniente en Vietnam en la primera película, repite en esta como secundario.
El papel protagonista recae esta vez en el actor Arye Gross, que fue recomendado por Steve Miner, con el que había trabajado en Harvard: movida americana.
Poco más que decir de esta entrega, una película entretenida que marca el inicio del declive de la saga.
HOUSE III: THE HORROR SHOW (1989)
Queriendo estirar el chicle de House: la tetralogía, que ya no daba más de sí, en 1989 nos llega HOUSE III: THE HORROR SHOW.
Basta decir que el coguionista Allyn Warner usó el nombre de Alan Smithee en los créditos, que es el pseudónimo que usan directores y guionistas cuando no quieren que su nombre se asocie a una película, normalmente porque abominan del resultado.
La dirección esta vez corre a cargo de James Isaac y David Blyth, y aquí tenemos una película que no se desarrolla en una casa, en la que no hay ni una pizca de comedia, y que no tiene nada que ver, de nuevo, con la original.
Un poco de gore aquí y allá y un intento de imitar a la saga que lo petaba en el momento, pesadilla en Elm Street, dan como resultado una copia de barata de otra película que se estrenó ese mismo año y de temática muy similar: Shocker, 10.000 voltios de terror, de Wes Craven.
En lo actoral tenemos a un Lance Henriksen que venía de trabajar en dos peliculones del género fantástico como Aliens, el regreso y Los viajeros de la noche, cuya presencia no es capaz de levantar esta cinta tan mediocre.
Según cuenta el prorductor Sean S. Cunningham, el tírulo original de la película iba a ser ‘House III’, Pero la distribuidora, Metro Godlwin Mayer quería un nuevo comienzo para una potencial nueva saga con un nuevo villano icónico, así que cambiaron el título a «The Horror Show» para su estreno en USA, pero el fuera de Estados Unidos se mantuvo el título «House III».
De nuevo Kane Hodder participó como doble en las escenas peligrosas del malo maloso.
El argumento: Max Jenke es un peligroso asesino que va a ser ejecutado en la silla eléctrica. Cuando los verdugos accionan el interruptor, Jenke sorprende a todos los presentes con su escalofriante risa. Es necesario aumentar la potencia para acabar con él. Antes de morir, se dirige al detective Lucas McCarthy y le jura que le hará la vida imposible.
Nada más que decir respecto a esta película.
HOUSE IV
House IV, en inglés HOUSE IV: THE REPOSSESSION, de 1992, que también podría haberse llamado House IV:Una casa decepcionante o House IV:Una mierda pinchada en un palo, cierra la saga de una forma totalmente flichornosa.
Llegamos así al final de House: La tetralogía.
A pesar de que se trata de la única entrega de la saga que si fue concebida y escrita como una secuela de la original, y de que volvieron a traer a William Katt, este solo estuvo dos días en el rodaje, dado que su personaje muere al principio de la película, y esta es toda la conexión con la original.
Vamos, que duró menos que Poochie en Rasca y Pica.
Roger Cobb ahora está casado con una mujer distinta, y en lugar de un chiquillo tiene a una hija de 12 años en silla de ruedas.
En esta Cobb ha heredado una casa de su padre, casa que por cierto también fue usada en mi película favorita de Wes Craven, El sótano del miedo (de 1991).
La película intenta, sin éxito, retomar el tono de comedia de terror del inicio de la saga.
Como curiosidad, señalar que sigue habiendo alguna vinculación con el equipo de Viernes 13: Kane Hodder hace el papel de, no os lo perdáis, pizza humana, y la banda sonora también corre a cargo de Harry Manfrendini.
El argumento: Tras el trágico accidente de tráfico que acabó con la vida de su marido y que llevó a su hija a una silla de ruedas, Kelly decide mudarse a una vieja casa. Lo que no sabe es que entre las cuatro paredes reside una fuerza sobrenatural.
Así se cierra esta saga de los 80 que quizá nunca debió pasar de ser una única y película que ya forma parte de los buenos recuerdos de nuestra infancia.
Termina así este análisis sobre la tetralogía House.