Esta podría ser una buena metáfora para el fenómeno conocido como el bloqueo del escritor, pero, por suerte, no es el caso, dado que ya van escritas 23.057 palabras, 113 páginas, 8 capítulos, de la segunda parte de Historias que no contaría a mi madre.
Como decía Manu Chao en el celebrity de Muchachada Nui:
Y que siga la racha. Bien es cierto que en plena efusividad literaria tras la publicación del primer libro, y aún mientras lo escribía o revisaba durante las épocas de exámenes, mucho antes de publicarlo, tomé, presa del entusiasmo, «cienes y cienes» de notas, que diría Palmira, que con el tiempo creí perdidas.
Pero que de nuevo gracias a mi padre quien, en un ejercicio de arqueología literaria (pues tuvo que rescatarlas de «la cueva» en la que guardo gran parte de mis efectos personales, un armario creado aprovechando el hueco del ángulo que forma el techo de la buardilla con el suelo, y en el que tienes que introducirte tumbado para llegar hasta las polvorientas cajas que están al fondo…) reaparecieron dichas notas de casualidad, lo que me ha facilitado el trabajo, aunque prácticamente el libro lo tengo enterito en la puta cabeza, y tengo que sacarlo, me duele, me duele…

Me lele a cabecha…
Mientras escribo todo desaparece a mi alrededor, y mi mente se sumerge en ese mundo que se va modelando a disposición de mi voluntad, pero en los periodos entre sesión y sesión siempre me asaltan las dudas: ¿servirá esto de algo? ¿lo leerá alguien? ¿merece la pena el esfuerzo? ¿en que momento la reanimación cardiopulmonar se convierte en necrofilia?…
En fin, supongo que las dudas normales de cualquier persona que se enfrenta al folio o a la plantilla de word en blanco.
De todas formas soy consciente de que aún queda una ímproba labor por delante: finalizar el primer borrador, darle dos revisiones, hacer las pruebas con lectores, revisarlo en función de los resultados, releerlo, volver a revisarlo, revisar la maquetación, presentarlo ¿como hace una presentación un «escritor» kindle?, aún tengo que informarme de ello…, buscar algún modo de poder ponerlo en print on demand para las personas que no tengan ebook, elegir portada (¡buf!) promocionarlo en foros…

¡Aaaarrgghhh, otra vez noooooo…!
Pero bueno, lo dicho, que pase lo que pase estoy muy contento.
¿Qué va a encontrar quien lo lea? Pues bueno, más situaciones disparatadas, anécdotas surrealistas, conclusión de algunas situaciones que se dieron en Hisotorias que no contaría a mi madre, nuevos y antiguos vecinos coñazo, alguna que otra muerte inesperada de personajes emblemáticos, cameos de algunos otros, nuevos «endividuos» sacados de la más cruda y disparatada realidad, algún que otro toque de terror lovecraftiano, apuros relacionados con la incontinencia, etc…
Eso sí, esta vez no serán varias historias interrelacionadas, sino que se trata de una novela con una sola historia, un misterio, desaparciones, profanaciones de tumbas, un antiguo mal que habita en algún lugar del espacio y del tiempo, una congregación religiosa con fines turbios y dudosa reputación, y un par de estudiantes heavys juerguistas, Felio y Ramiro, que junto a sus amigos se verán mezclados con todo ello.
Otro fruto de la arqueología literaria ha sido la aparición de un relato inédito que creía perdido, otro relato corto satírico, surgido mientras me ejercitaba en esto de escribir.
Muy pronto, todo esto y mucho más.