Hola,
Tal y como anunciaba la semana pasada, esta semana os traigo un pequeño regalo.
Este relato surgió cuando un día, unas señoras de edad madura comentaba el estado libidinoso de sus amigas viudas más mayores, y de como comentaban estar faltas de consuelo, en el sentido fisiológico del término.
Al instante mi perversa mente gestó el esqueleto de esta historia, a cuyos personajes tengo especial cariño.
Como todo en la vida, puede dársele una lectura superficial, y ver un relato bastante punk, transgresor, y que no pretnede ir más allá del mero entretenimiento.
También habrá quien pueda ver en él un tema que últimamente se ha convertido en argumento recurrente de varias obras maestras de la televisión; series como Weeds o Breaking bad, que desde aquí recomiendo, en las que se analiza como cualquier persona «normal» puede perder sus escrúpulos cuando las condiciones materiales empeoran.
En el caso de Weeds una ama de casa de clase media se ve abocada al tráfico de marihuana al quedarse viuda y con dos hijos.
En Breaking bad podemos ver como un químico superdotado que ha acabado como profesor de instituto, al que acaban de diagnosticar un cáncer de pulmón, decide dedicarse a sintetizar Metanfetamina para venderla y sacar dinero con el que garantizar el futuro de su familia cuando él muera. Poco a poco se va metiendo en problemas y mezclándose con gente poco recomendable, renunciando a sus esquemas morales y escrúpulos.
Como telón de fondo, el materialismo imperante en nuestros días que obliga a las personas a dejar de lado conceptos intangibles que no pueden ser valorados monetariamente, como los valores éticos y morales, aunque al final dicho abandono siempre conlleva consecuencias.
Quizás en una época como la nuestra, en la que la crisis orquestada por los poderes fácticos está conllevando un empobrecimiento de la población, este tipo de cuestiones estén más en boga que nunca .
En fin, perro mundo este.
Por último, advertir que este relato es bastante transgresor, por lo que las personas sin sentido del humor deberían abstenerse. Espero que nadie se moleste, no es esa la intención.
Sin más dilación os dejo el enlace, por si os la queréis descargar el pdf.
Espero que lo disfrutéis.
De la enternecedora historia de su Mami y Manolito
Mami era muy pobre. Del estado mental de Manolito, baste decir que, a los 25 años, su película preferida era Rocky Carambola.
La paga por minusvalía hacía tiempo que no daba para mucho, y Mami se hallaba sumida continuamente en una amarga ansiedad. Esto la había llevado a apuntarse a un grupo de actividades socioculturales para llenar las amargas horas que pasaba en casa esperando a que Manolito volviera del colegio.
Fue una de las amigas que allí conoció la que, un día, mientras veía a Manolito jugar al Tente en la carcomida moqueta del salón, le comentó a Mami que había que ver lo que añoraba el sexo, que no practicaba desde que muriese su Paco, que en paz descanse, hacía ya cuatro años. Y es que estoy tan cachonda, le había dicho, que me lo montaría hasta… hasta con Manolito.
Al principio Mami se lo tomó un poco a mal, sobre todo, cuando Manolito, al oír su nombre, levantó la vista de su barco de piezas de plástico y dejó caer un hilillo de baba por entre la comisura de los labios al esbozar una cálida sonrisa. Pero cuando Dios aprieta, aprieta pero bien, y la peluquería había subido ese año, al igual que El Hola, El Pronto, y la ropa de Manolito, lo que llevó a Mami a preguntar, entre avergonzada y ansiosa:
¿Cuánto pagarías?
El primer acoplamiento fue difícil. Manolito no sabía que era exactamente lo que se esperaba de él, pero Mami le dijo:
Manolito, anda, riquín, hazle a esta señora lo que salía en aquella película que te pillé viendo en el vídeo comunitario y que te dije que no se te ocurriera ver más.
Y todo marchó sobre ruedas. No en vano, todo el mundo decía de Manolito que era un ejemplo de lo que equilibrada que es la naturaleza, pues todos los puntos de menos que tenía de coeficiente intelectual los tenía de más en centímetros, y no es que fuera un muchacho especialmente alto.
La satisfacción por la calidad del servicio prestado cundió de boca en boca, y a las dos semanas Manolito ya tenía hecho un planning de turnos, y Mami había instalado en la salita un aparato de esos que dan números para la cola de la chacina.
Un día, una de las señoras trajo un látigo y una máscara de cuero. De nuevo, Mami pareció ofendida al principio, pero luego pensó, ¡qué diablos!, y le dijo a Manolito:
Manolito, hazle a esta señora lo de la película del Indiana.
Pero había un problema, la máscara. Manolito no aguantaba los pasamontañas ni las máscaras de cuero con cremalleras. Finalmente, el problema se resolvió usando su careta de plástico de Mickey Mouse.
Y los billetes siguieron entrando, a raudales, y Mami tuvo una gran idea. Ya que Manolito no había podido tener vídeo de la primera comunión, dado que el cura no le dejó hacerla porque le escupía le vino de consagrar en la cara en todos ensayos, ¿por qué no grabarlo en vídeo? Con la ayuda de internet el material se difundió rápidamente. Manolito era al porno lo que Walt Disney a los dibujos animados. Muchos títulos salieron de aquella prodigiosa factoría:
“Manolito, tonto, pero no del pito”, “Sadomanolito”, “Manolito, un tirolés dotadito”, y la más famosa, “El gondolero de la pértiga de carne”, en la que Manolito tenía una escena subido en la barca abandonada que había en canal de detrás de su casa, en la que ejecutaba un precioso solo, que decía así: ¡Oooh soole mío, soy Manolitoooo!
Pronto la fortuna de Mami fue en aumento. Decidió hacer una obra de caridad y construyó el “Colegio para personas con minusvalías síquicas Manolito”, en el que eran aceptados todos los deficientes, siempre que su solicitud pasara una criba preliminar.
Muchos padres veían sospechoso que en el apartado de “Medidas para el uniforme “hubiera que incluir la longitud del pene, a lo que
Mami siempre respondía: es que a estos niños tan especiales, si les roza el tiro del pantalón, me se ponen mu irritables.
El colegio para niños Manolito funcionaba de maravilla. Nunca habían visto los padres a sus hijos tan relajados, con esa sonrisa perenne en el rostro.
Cuando los chicos no estaban actuando, Mami los ponía a hacer bolsos, pulseras y otras fruslerías, que posteriormente vendía a granel a los puestos de los mercadillos, vendedores ambulantes…
Estaba a punto de cerrar un trato con Philips para que sus niños-actores-artesanos, como ella gustaba llamarlos, se dedicaran también a la elaboración de microchips y circuitos impresos, y estaba que no cabía en sí de gozo. Pero Manolito no era del todo feliz, le faltaba algo. Un día se acercó a Mami y le dijo:
¡Gua-Gua!
¿Con qué era sólo eso? Manolito quería un perro. Mami le compró un precioso caniche saltarín, que siempre acompañaba a Manolito, hasta que un día, una de las señoras que venían a que Manolito les repasara los bajos disfrazado con un mono de cuero y tachuelas, resultó ser de la protectora de animales, y denunció a Mami, pues creía que Manolito le hacía al perro lo mismo que a ella, pero sin mono de cuero con pinchos.
El negocio de Mami decayó, y un gran escándalo se cernió sobre su pequeño emporio. La madame del “porno retrás”, la llamaban. Miles de demandas, embargos e indemnizaciones comenzaron a llevarse el dinero que, a base de empujones, había ido acumulando Manolito.
Por suerte Mami era una chica lista, y había guardado parte de sus ahorros en una cuenta de veinte dígitos en Suiza, así que, cogió a Manolito, al perro, y el mono de cuero con pinchos, y desapareció de España, para no ser vista de nuevo jamás.
Todos los atardeceres se puede ver pasear por las playas de Hawai a dos figuras de rostro sonriente (una es una mujer madura, la otra un niño con cuerpo de adulto) que van dejando a su paso un rastro de cinco surcos en la arena.