Terror en redes sociales

Todavía no me queda claro si este artículo narra la historia de una gran cagada o la de un malentendido debido a la excesiva susceptibilidad de algunos. Lo único que puedo decirte es que es fácil experimentar ese terror de las redes sociales que ahora llaman haters, pero a los que de toda la vida se les ha conocido como malajes o gilindrones.

No me considero maestro de muchas cosas, así que no puedo hablarte de muchos aciertos, pero sí que te puedo contar varios errores que he cometido, y de los que puedes aprender.

En este caso estamos hablando sobre cómo actuar en redes sociales, y de un espinoso tema del que debes huir como si del propio Cthulhu resucitado se tratara.

Si sigues leyendo entenderás de lo que te hablo.

Enfocando la cuestión por el lado positivo, habrá que hacerle caso a Tomas Alba Edison, cuando dijo aquello de  «No fracasé, sólo descubrí 999 maneras de como no hacer una bombilla».

He aquí un hombre que sabía poner en valor incluso los errores.

Historia de una cagada

El comienzo de esta historia podría verse como el reverso cutre de un relato de Edgar Allan Poe. En lugar de un caballero de porte romántico sentado a horas nocturnas en un lujoso sillón de orejas leyendo un volumen a la luz de la chimenea, me tienes a mí sentado en un sofá cutre, recién levantado, con el aire acondicionado puesto porque hace un calor que lo flipas, y leyendo la pantalla del móvil.

Poe-cuervo-terror

Hallábame yo disfrutando de mi penúltimo día de vacaciones aquella mañana tórrida en la que practicaba una de mis actividades favoritas cuando estoy en días de asueto: bichear mis redes sociales mientras desayuno.

Con una taza, probablemente con un motivo friki impreso, ya sea Cuarto Milenio o un X Wing, en la mano, miraba las recomendaciones destacadas que twitter le hacía a mi humilde persona.

Bendita la ignorancia que poseía en aquel momento sobre giro que iban a tomar los acontecimientos…

¿A que te he enganchao?

Examiné el tweet en cuestión y me pareció un contenido interesante, así que me dispuse a darle debido RT para información y disfrute de los seguidores de mi cuenta.

Pero claro, como siempre dicen los marqueteros que tienes que darle tu toque personal al tweet para que lleve ese indicativo de tu marca personal, que es la clave del marketing de contenidos, según ellos, me dispuse a darle un matiz transgresor y humorístico, siendo estos valores de los que frecuentemente me gusta hacer gala.

Así fue como descubrí…

El cuarto tabú de internet

Dejo ya el lenguaje decimonónico, que un ratico está bien, pero de largo se hace pesado.

Dicen que en internet, igual que una tasca, no debes hablar de fútbol, de política ni de religión, si no quieres salir con un navajazo dado.

Pues ahora, en los tiempos de las tecnologías de la información y las redes sociales ha surgido un nuevo tema peliagudo que deberías evitar si quieres huir de toda polémica:

El tema de la igualdad y/o identidad de género.

Bueno, volviendo a mi yo en calzoncillos en el sofá, con el pelo revuelto y la taza de café en la mano, me dispuse a ejecutar la maniobra difusora, añadiendo ese toque de mi autoría, y pergeñé esto:

La idea del chiste era mostrar con ironía que me parecía una iniciativa cojonuda, de la que no podía participar COMO AUTOR  por el hecho de haber nacido varón, pero sin ningún ánimo reivindicativo de nada.

Así, ingenuo de mí, pretendía contribuir a que se difundiera esta iniciativa.

Tras soltar la risita interna por el chiste, le di a enviar, y en los primeros segundos parecía todo un acierto, cuando vi que lo estaban retuiteando y que comenzaba a haber menciones.

Ya habló en su blog Jaume Vicent con gran criterio sobre crear controversia en la red de forma deliberada, pero el problema es cuando causas esta controversia de forma involuntaria, sin darte cuenta.

Cuando me dispuse a analizar las interacciones del tweet, y vi frases como «@RRLpez eres mierda», o ejercicios de adivinación como «si no vendes libros siendo hombre cis blanco en Europa igual de lo que tendrías que cambiar es de profesión» (lo mismo me tenían hackeada la cuenta de KDP, de ahí la rotundidad de la afirmación), me di cuenta de que algo olía a podrido en Dinamarca, y pude imaginar a una horda de defensoras de la igualdad de género echando espumarajos por la boca al otro lado de las pantallas de sus móviles.

Entiendo que pueda haberte molestado el comentario, pero eso no justifica que me insultes o me faltes al respeto, porque así no vamos a llegar a ningún sitio.

Por lo tanto, en lugar de soltarles un improperio que haría que la verdulera de mi barrio quedara al nivel de un académico de la lengua, decidí respirar hondo y darle una oportunidad al diálogo.

A pesar de que intenté explicarme con un

no cesaron las hostilidades, y lo que sucedió fue algo parecido a esto:

 

Un chaparroning (otro neologismo inventado por el genial Macoco G. M.) en toda regla, que duró dos días.

Quien me conozca sabe que, en general, mi postura para casi cualquier tema es que, mientras la gente respete los derechos de los demás, no me opongo a nada. Mi relación con las mujeres de mi vida (familiares, pareja) y amigas es buena, las respeto y las trato como a iguales que son, porque pienso que, aunque no somos iguales por motivos fisiológicos obvios, sí que somos equivalentes.

Estoy concienciado de que las políticas de género (las buenas políticas de género, no el cargarse el uso del género neutro para el plural en el castellano y tener que andar diciendo técnicos y técnicas, ligres y ligresas, etc.) son necesarias, que por desgracia a nivel mundial en los conflictos las mujeres son las que siempre se llevan la peor parte, y que en este país todavía hay mucho Neanderthal suelto, de ahí la brecha de género existente en ámbitos como el laboral o la lacra del maltrato.

Y ojo, que es verdad que hay brecha de género en el lenguaje.

Una compañera experta en género me hizo ver que determinadas palabras tienen en su versión masculina una connotación positiva, mientras que la versión femenina tiene acepciones despectivas. Ejemplos: zorro, zorra.

También el hecho de que a una mujer solo se la llame señora cuando está casada, mientras que con el hombre no pasa lo mismo, es otro hecho que debería darnos que pensar.

También entiendo que los transexuales tienen una problemática especial en nuestra sociedad, etc.

Pero solo había sido una broma.

Obviamente no me iba a cortar la churra solo para que hablaran de mis libros, como mucho, habría dicho que soy una mujer barbuda con un clítoris sobredimensionado, pero me da que no habría colado.

También entiendo que, para tener reacciones tan viscerales por una nimiedad así, tienes que tener un resentimiento acumulado u otros problemas de fondo que te generan una gran frustración y aprovechas para desahogarte con el primero que pillas, lo cual en realidad solo provoca en mí conmiseración, porque bien, lo que se dice bien, no tienes que estar.

En conclusión

Por sacar algo positivo de esta experiencia, decirte, querido lector, querida lectora, que tenéis dos dedos de frente más que yo, que caminéis con pies de plomo ante cualquier intervención en redes sociales que  pueda tener alguna implicación, aunque sea velada o involuntaria, ante estos temas.

Así que mucho cuidado con chistes como estos:

Yoda travesti humor

Te podrían costar un aluvión de improperios ante el cual solo te quedarían dos opciones, disculparte públicamente sin tener por qué, o tener en cuenta que te la trae al pairo lo que piense un desconocido/a al que no verás posiblemente en tu vida, que aprovecha el anonimato de las redes para darte caña losing the papers, y que de cómo eres solo conoce el nick que te pones en intenné, lo cual nos llevaría a imitar la sabiduría de Mr. Bean:

La opción a escoger depende de ti. Yo tengo muy claro cuál es la mía.

A más ver

R. R. López

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