Desde el inicio de los tiempos el ser humano ha intentado comunicarse con el más allá usando diversos métodos, siendo la ouija el más conocido en la actualidad. ¿Funcionar realmente? ¿Qué dice la ciencia?

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imagen: lapulgasnob.blogspot.com

La ouija, ese «pasatiempo»

Me flipa la expresión que siempre usan en los programas de radio al hablar de este juego: El mal llamado juego de la ouija.

No puede haber expresión más retorcida y ampulosa.

Por eso yo la llamaré ouija a secas, a pesar de que la RAE contemple como forma correcta en el castellano el término güija.

Se llama Ouija que, si te fijas, responde a la unión de los términos ouija, que significan «sí» en francés y alemán, respectivamente.

Por lo tanto, habrá quien piense que la inventó Sissí empreatriz, pero nada más lejos de la realidad.

Isabel Amalia Eugenia Duquesa en Baviera, a.k.a. Sissi emperatriz

 

Su archienemigo, Nono-pequeño robot

La historia de este fenómeno no está muy clara. Hay quien dice que ya en tiempos de los egipcios se usaba para la adivinación un tablero con símbolos jeroglíficos sobre el que pendía un anillo atado a una cuerda, que se desplazaba indicando los diferentes símbolos.

Lo que sí se sabe es que popularizó a finales del siglo XIX y principios del XX, coincidiendo con el auge del espiritismo, y que se vio muy reforzado en los periodos entre guerras de la 1ª y 2ª guerra mundial, favorecido por el ansia de aquellos que habían perdido familiares en dichos conflictos, principalmente las madres y padres de los jóvenes soldados, de tener algún tipo de consuelo o contacto con sus amados muertos.

El dato más preciso que podemos encontrar sobre su origen es una patente fechada en 1890, que atribuye su invención a Elijah Jefferson Bond.

Se cuenta también que a los que se encargaron de comercializarla les pasaron desgracias, pero no es posible distinguir entre las meras coincidencias y los cuentos de vieja.

En 1966 la empresa de juguetes Parker, con gran ética empresarial, cogió los derechos de la patente para su comercialización.

¿Un instrumento que permite, supuestamente, comunicar con los muertos o con quien sabe qué, que hace que los niños puedan acabar con crisis de ansiedad, fobias o intentos de suicidio? Claro hombre, ideal para niños de 5 a 14 años.

En España hace tiempo que se retiró del mercado.

Todo el mundo sabe en qué consiste: un tablero con las letras del abecedario, los dígitos del 1 al 10, y las palabras si y no, escritas. Se usa un puntero sobre el que los participantes ponen la mano, y el puntero se desplaza para indicar la respuesta a las preguntas que se formulen.

De hecho el nombre de ouija viene de que normalmente para iniciar la sesión se suele preguntar si hay algún espíritu en la sala, con lo que el puntero se dirige hacia la palabra sí.

Y llegados a este punto no puedo evitar poner este chiste gráfico, que me parece gigantesco

Pero, ¿en qué se basa la ouija?

Teorías hay muchas.

1. Hipótesis del fraude:

Una persona o más personas, de los participantes se conchaban para timar al resto.

2. Manifestación del subconsciente:

La ouija sirve para conectar con el subconsciente, por lo que, igual que en los poltergeist, el origen de los fenómenos paranormales sería la mente de los participantes, que de alguna forma sufren un fenómeno de sicorragia, es decir, de forma inconsciente liberan capacidades mentales hasta ahora desconocidas.

Quienes apuestan por esta explicación, para justificar que la ouija a veces dé datos ciertos o predicciones que posteriormente se cumplen, que son desconocidos para los participantes; dicen que la ouija permite a los participantes alcanzar un estado alterado de conciencia en el que tienen acceso al subconsciente colectivo, los teosofistas dicen que al archivo akásico.

3. Hipótesis de contacto con entidades:

Tiene varias versiones.

Hay quien piensa que la ouija convierte aprovecha las capacidades mediúmnicas adormecidas de los participantes para contactar con los espíritus de los difuntos.

Otros dicen que en ocasiones se contacta con extraterrestres.

Hay quien atribuye estos contactos a entidades demoníacas o del bajo astral.

Algunas explicaciones relativas al fenómeno

La ciencia dice que los movimientos del vaso o puntero se deben a micromovimientos de la musculatura de los brazos de los participantes, que son imperceptibles para el ojo humano.

Aún así resulta sorprendente que, siendo inconscientes, todos los participantes coordinen dichos movimientos para que el vaso de una respuesta coherente y relacionada con las preguntas que se formulan. 

Debería darse algún fenómeno de telepatía para que los participantes se comporten de forma coordinada, como un solo individuo, lo cual me parece sumamente complicado.

Otro hecho que se ha comprobado es que la participación humana es necesaria en el proceso.

Se han hecho experimentos en los que se ha colocado el tablero boca abajo, de forma que los participantes no podían ver las letras, o se les han vendado los ojos. 

En teoría esto no debería ser impedimento para una entidad inmaterial, que podría mirar debajo de la mesa, o simplemente ver el tablero aunque los convocantes tuvieran los ojos vendados.

En dichas sesiones de ouija no se obtuvo ninguna respuesta coherente.

Otro experimento que se hizo fue colocar números en vez de letras. A cada número se le asignó una letra.

Cuando los participantes conocían la correspondencia número-letra, la sesión funcionaba normalmente.

Pero luego se cambió dicha correspondencia.

En teoría, para un espíritu eso debería dar igual, el debería saber qué número se correspondía con cada letra, pero de nuevo lo único que se obtuvieron fueron incoherencias.

La conclusión de los científicos, por tanto, es que la causa del fenómeno es el subconsciente de los participantes.

Sin embargo, mi intuición me hace pensar en otra posibilidad.

Imagina que tenemos una impresora conectada por wifi. Esta impresora es capaz de decodificar la información invisible que viaja por el aire, e imprimirla. Pero si inutilizamos sus agujas de impresión, no podría plasmar dicha información.

Pienso que con la ouija podría pasar algo similar, en este caso las agujas de impresión sería nuestro sistema motor de coordinación ojo-mano, que al tapar los ojos quedaría inutilizado.

Pero, como decía mi vecina, esto es solo un poner.

Otro hecho comprobado es que algunas personas que la practican acaban teniendo problemas sicológicos.

Personalmente creo que esto se debe a la falta de madurez o estabilidad mental, como sucede con la mayoría de adolescentes y niños, que parecen ser los principales afectados.

El hecho de no disponer de un juicio crítico formado puede hacer que acepten las informaciones recibidas a través de la ouija como una certeza (sin entrar en cual es el origen), y precisamente esta falta de madurez y de criterio es la que los hace más vulnerables a la manipulación.

Además, la sugestión que se genera con la ouija es muy fuerte.

En cuanto a la veracidad de las predicciones, tan solo se me ocurre una explicación, pero parte de asumir que se está conectando con entidades del más allá.

De acuerdo con los datos recavados por diferentes investigadores, el más allá sería un estado adimensional, es decir, no habría un discurrir lineal del tiempo, ni una separación espacio tiempo, es como si ambas dimensiones estuvieran superpuestas, y una entidad que estuviera allí podría tener acceso a todos los eventos que han pasado y que pasarán a  lo largo de la historia.

Sería como si nosotros contactáramos con criaturas que viviera en un mundo de 2 dimensiones, al tener acceso a una 3ª dimensión podríamos ver cosas que a ellos se les  escapan.

Aunque también se han registrado experiencias en las que dichas predicciones son faltas, y normalmente suelen tener una intencionalidad maliciosa, como cuando se dice que en ese momento o en un futuro cercano va a morir un familiar cercano al consultante, con lo cual este, agobiado, se pone en contacto  con su familia para comprobar que en realidad no ha pasado nada.

A este respecto, siempre me quedo con la explicación que daba Germán de Argumosa, quien decía que había preguntado en una sicofonía a este respecto, y le habían contestado: Aquí también se miente.

 Lo que yo traduciría como hijoputas hay en todos lados, hasta en el limbo.

Mi experiencia con la Ouija

Una vez esbozadas las características del fenómeno, vamos al centro del asunto: mi experiencia personal con este fenómeno.

Sonará a tópico, pero sucedió en el instituto, en un día lluvioso, en un aula vacía y oscura.

Cuatro alumnos teníamos como EATP, que eran un tipo de asignaturas optativas, la asignatura de teatro. Teníamos que ensayar una obra, por lo que nos fuimos al salón de actos.

El profesor tuvo que ausentarse para atender al otro grupo, que estaban ensayando otra obra distinta en otra aula.

Y alguien propuso, en lugar de ensayar, hacer una ouija.

Con la excusa de que éramos del módulo de teatro, pedimos un vaso en la cafetería, para ensayar una escena.

Escribimos las letras, los números, el sí y el no en un papel, los recortamos y los dispusimos en el suelo del escenario.

Estábamos dos chicos y dos chicas. Los chicos al principio nos mostramos reticentes, y cada vez que nos cogíamos de las manos para invocar a los espíritus se nos escapaba algún chiste o risotada, por lo que aquello no iba hacia ningún lado.

Una de las chicas, la que estaba intentando conducir la sesión, nos dijo que en realidad nos comportábamos así porque estábamos nerviosos y teníamos miedo.

Consiguió tocar la fibra sensible de nuestro orgullo, diciéndonos que, si de verdad no teníamos miedo y pensábamos que aquello no era cierto, que colaboráramos en la invocación, que entonces no teníamos que temer porque no pasaría nada en absoluto.

Así lo hicimos, nos concentramos, guardamos silencio, y llamamos mentalmente a la posible entidad.

La escena solo estaba iluminada por un foco, el resto de la sala estaba en total oscuridad. La lluvia repiqueteaba sobre el techo de chapa del aula.

No exentos de cierta congoja, pusimos los dedos sobre el vaso, formulamos la primera pregunta, y el vaso comenzó a desplazarse lentamente.

El primer impulso de mi compañero de clase fue decirme que me dejara de bromas. Yo, algo nervioso, le espeté que no intentara engañarme, que el vaso lo tenía que estar moviendo él. Las dos chicas estaban bastante asustadas y nos preguntaban una y otra vez si les estábamos gastando una broma.

Es decir, que los cuatro estábamos acojonados.

Conforme fue transcurriendo la sesión se formularon diferentes preguntas. Yo evité formular cualquier pregunta sobre mi futuro, pues pensé que dicha respuesta me podía condicionar y hacer que se generara una profecía autocumplida.

Una chica preguntó algunos datos que solo ella conocía y, al parecer, las respuestas de la ouija fueron satisfactorias.

En pleno punto álgido, la puerta metálica resonó con tres tremendos golpes. El susto fue de órdago, pero en realidad se trataba del profesor que volvía a controlar como nos iba con el ensayo.

En un par de segundo desmontamos el chiringuito y le abrimos la puerta.

Estuvo un par de minutos preguntándonos y se volvió a marchar, con lo cual volvimos a realizar la experiencia, puesto que estábamos entusiasmados, a pesar del susto.

Volvimos a «contactar», y siguieron las preguntas. En un punto determinado de la sesión, ante la lentitud del vaso, exclamé: ¡Más rápidos los he visto!

Esta afirmación hizo cundir el pánico entre le resto de asistentes por miedo de que el «espíritu» se molestara.

Como estaba ya harto de las preguntas banales que estaban formulando mis estrogénicas contertulias, que si voy a aprobar, que si le gusto a fulano, etc. decidí averiguar con quien estábamos hablando en le otro lado. Quería saber quién era, cómo murió, qué podía decirnos del más allá.

Por educación le pregunté primero su nombre.

Como la primera letra a la que se dirigiera el vaso fue la v, el pavor se apoderó de los presentes, servidor incluido, ante la posibilidad de que se tratase de Verónica, el legendario espíritu del que se cuentan tantas leyendas, por lo que la conductora de la sesión rápidamente levantó el vaso, que es como supuestamente se cierra la sesión, y nos dedicamos a recoger, bastante asustados.

Para quien no la conozca, la leyenda urbana de verónica trata de una muchacha muerta durante la pubertad en una sesión de ouija y cuyo espíritu ha quedado atrapado entre el mundo de los vivos y el de los muertos, motivo por el que tiene muy mal pronto cuando se la invoca.

Otra versión dice que cuando murió estaba con la regla, de ahí lo de su eterna mala leche.

Después de terminar la sesión salimos al recreo y, para mi fortuna, después del mismo me tocó volver al aula, para decorarla para la función, con lo que me tuve que quedar solo en el lugar, subido a un andamio.

Por mi mente no dejaba de pasar la posibilidad de que al supuesto espíritu le diera por tirar la estructura de una patada espiritual, o como quiera que hagan esas cosas los espíritus.

Pero por fortuna no pasó nada.

Después de esta experiencia,  decidí no volver a probar, en aplicación del principio de «una vez: filósofo, dos: pervertido, 3: Kiko Rivera«.

Lo único que puedo afirmar es que fue una experiencia sorprendente y que, de los que estábamos, al menos de forma consciente, ninguno movía el vaso.

Este artículo es un capítulo del libro sobre fenómenos paranormales Lo poco que sé del misterio.

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