Acompáñame a un paseo por las entrañas subterráneas de Edimburgo por un lugar en el que los fantasmas del pasado han quedado atrapados en el tiempo, el Mary King’s Close, el callejón maldito más embrujado de Escocia.
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Destino: Escocia, tierra de misterios
A este viaje le tengo especial cariño, porque fue la el primer viaje en el que dediqué una parte del tiempo a hacer actividades turísticas relacionadas con el misterio.
Y no me arrepentí.
Es conocida la afición de los británicos por las ghost stories.
Puede ser por el clima, la menor cantidad de horas de luz anuales o por sus raíces celtas, pero lo cierto es que en cualquier parte del Reino Unido abundan los tours paranormales.
Al pensar en Escocia, puede uno esperarse una región en la que todas las mujeres caminan con las piernas muy separadas como si tuvieran un serio escozor en sus partes.
Nada más lejos de la realidad.
Escocia es una tierra llena de leyendas y misterios, que me sorprendió por la belleza de sus paisajes y la calidez de sus gentes que contrasta gratamente con el carácter flemático de los ingleses; al menos en Edimburgo, que Las Highlands son otro cantar.
Edimubrgo y sus fantasmas
Una ciudad con tanta historia como Edimburgo es un escenario idóneo para las historias de fantasmas, espectros y apariciones.
Eventos como el gran incendio que asoló la Ciudad Vieja en 1824, o las plagas de peste que azotaron la ciudad, juegan un papel muy importante en la conformación de estas historias y leyendas.
Debido a la limitación de superficie que suponía el perímetro de la muralla, cuando la población de la ciudad fue aumentando la única solución viable fue construir en altura, por lo que ya en el siglo XV la ciudad tenía edificios que tenían varios pisos de altura.
Son muy típicos de esta ciudad los closes, que eran callejones muy estrechos que se formaban entre los edificios, y que estaban cerrados por una cancela.
Normalmente, dada la orografía de la ciudad, estaban construidos con una pronunciada pendiente, y la estrechez y altura era tal, que a las viviendas de la planta baja nunca llegaba la luz del sol.
Como en aquella época la costumbre era tirar los excrementos y orines por la ventana, al final se creaban literales ríos de mierda que iban a parar a los edificios que estaban en la parte más baja de la cuesta.
Por lo tanto, los más pobres vivían en la planta baja, y los más pobres entre los más pobres, en la parte baja de la cuesta, en la planta baja, porque esa era, sin duda alguna, una zona de mierda.
Lo peor para este señor venía cuando llovía, porque entonces su casa se transformaba, literalmente, en un pozo negro.
Si estos callejones ya eran peligrosos por ser el escenario ideal para una emboscada tendida por los delincuentes de la época, cabía también el riesgo de que uno se escurriera en la parte alta del callejón y cayera por un tobogán de la ilusión y la alegría, para acabar dando un costalazo contra el otro extremo del callejón.
Algo así como el hombre de hielo pero patinando sobre una lámina de caca y pipí.
Sumando la falta de iluminación de las calles de la época, la proliferación de ladrones de cuerpos como los famosos Burke y Hare (que viendo lo rentable que era robar cuerpos de los cementerios para venderlos a los médicos y a la universidad, dijeron, ¡qué coño, estrangulamos a la gente y nos ahorramos el paseo!), la verdad es que la atmósfera debía de ser un tanto siniestra.
Cuando el incendio anteriormente mencionado arrasó la ciudad vieja, en algunas zonas se construyó sobre los edificios quemados, quedando estos sepultados bajo el nivel de suelo, con lo cual la zona vieja tiene una red de calles subterráneas, algunas de las cuales se conservan tal cual fueron en su época.

Esta maqueta da una idea de cómo se usaron las construcciones antiguas como cimiento de las nuevas
El Mary King’s close: el callejón más encantado de Edimburgo y sus fantasmas
En el año 1644 una tremenda plaga de peste azotó toda Escocia, asolando durante varios años la región.
La leyenda dice que, en Edimburgo, algunos de los callejones o Closes, donde los habitantes habían contagiado la peste, se tapiaron, dejando aislados y condenados a una muerte horrible a sus habitantes, lo que se usa como principal explicación para los fenómenos paranormales que dicen que se dan en las viviendas que posteriormente se construyeron usando estos callejones tapiados como cimientos.
La realidad era que los afectados se encerraban en sus casas e indicaban su estado con una bandera blanca, algo así como cuando pones en el chat de gmail el relojito de ausente, en este caso debería haber tenido la leyenda “infectado por la peste”.
Los médicos los visitaban regularmente, no solo en el sentido de la periodicidad, sino porque, dada la ignorancia de la época, la atención que les prestaban no pasaba de ser nada más que regular.
En aquella época se pensaba que la causa de la enfermedad eran los malos aires, o las miasmas, o cualquier tontería que se les ocurriera, vaya.
De hecho, para evitar contagiarse, iban cubiertos por unos pesados ropajes de cuero, y llevaban unas máscaras de nariz alargada.
Parecía que estabas siendo atendido por Las urracas parlanchinas.
La longitud de la nariz de la máscara no era para alegrarle el día al enfermo o matarlo de un susto, sino porque dentro de la misma se quemaban hierbas aromáticas.
Sin saberlo se salvaron del contagio debido a la longitud de esta nariz, que impedía que entraran en contacto con los fluidos que contenían las bacterias que causaban el contagio.
Eso es tener potra.
Uno de los closes más famosos, por ser de los mejor conservados, es el Mary King’s Close.
Normalemente estos callejones tenían el nombre del ciudadano más eminente que vivía en ellos, y el hecho de que, en este caso fuera una mujer, quiere decir que tenía que ser muy importante en aquella época para que le pusieran su nombre a la calle.
Se sabe que era una comerciante de telas.
La atracción en sí está bien, la calle ha sido amueblada tal y como era en la época, y hay maniquíes que representan escenas de la vida cotidiana en el close.
Es extraño verte sumergido en una calle que se conserva igual que estaba en el siglo XVII, pero sumida en la oscuridad.

Una perspectiva del Mary King’s Close tomada desde «la zona de la mierda».
La chica que hace de guía va vestida como en la época, alumbrando con un farol, y representa a un personaje real de los que vivieron en el callejón.
Pero, ¿dónde está el misterio del Mary King’s Close?
Pues, como se cuenta en este blog diseñado especialmente para daltónicos:
El mito de Annie
Aiko Gibo, una parapsicóloga muy conocida en Japón se encontraba de viaje en Edimburgo. Cuando se encontraba paseando por el callejón de Mary King’s Close sintió una presencia. La medium se puso en contacto con Annie, una niña que había muerto en un camastro. Al parecer sus padres habían fallecido en 1644 de peste negra y ella se había quedado huérfana hasta que le llegó su hora.
Aiko Gibo se sintió tan entristecida por la historia de la niña que decidió regalarle un juguete infantil. La medium lo colocó sobre un viejo arcón que había colocado en un rincón y le dijo que nunca más se sentiría sola siempre y cuando hubiera juguetes colocados en el arcón. Esta tradición aún perdura y muchas personas son las que se acercan hoy en día para depositar un juguete sobre el arcón de madera.
Vamos, que se puso de moda cuando uno va dejar juguetes a la niña fantasma, con lo cual ahora una de las habitaciones del callejón está llena de juguetes, lo cual, la verdad, crea un contraste con la oscuridad y antigüedad del sitio que da muy mal rollo, pero aparte de eso, yo no noté nada.
A lo largo de mis correrías con el misterio he llegado a una conclusión clara:
Tengo menos sensibilidad extrasensorial que un calcetín relleno de queso fresco.
Así que el misterio nos eludió una vez más, pero como visita turística, la verdad, valió la pena.
El único misterio real que desvelé
Posteriormente, tomando unas cervezas en un pub y comentando la jugada, el misterio se presentó ante mí de forma casual, como siempre dicen que pasan estas cosas.
Al ir un momento al servicio, descubrí la respuesta a un gran enigma.
Austin Powers era escocés.
¿Que por qué los sé?
Por esto.
He aquí también el misterioso origen de sus poderes sensuales que lo convierten en un seductor implacable,
Aunque la verdad, no lo entiendo.
Al abrirlo pudimos comprobar que las feromonas huelen igualito que una lámpara de cuero marroquí mal curado, o sea, a chomino de cabra (aunque hay quien prefiere llamarlo almizcle)
A lo mejor a las mujeres escocesas les atrae eso, no lo sé, lo que quedó claro es que con las españolas no funciona.
Y no veas luego para quitarte el tufo.
Pero aun quedaban por explorar dos grandes hitos del misterio escocés.
Si quieres saber cuáles, no dejes de leer:
- LO POCO QUE SÉ DEL MISTERIO: ESCOCIA, 3ª PARTE. EL MONSTRUO DEL LAGO NESS
-
LO POCO QUE SÉ DEL MISTERIO: ESCOCIA, 2ª PARTE. LAS CATACUMBAS DE EDIMBURGO