Como comentaba hace tiempo, este libro formaba parte de mi lista de lecturas.
Comencé a ojear sus páginas en mitad del tórrido verano de 2013, como libro para las vacaciones, por recomendación de mi hermana, en un momento en el que estaba un poco saturado de libros de temática fantástica y de terror.
Por fin lo he terminado, tras algún que otro parón, y me he alegrado mucho de descubrir a este polémico autor galo.
Es un libro desgarrador, pero real como la vida misma, en algunas ocasiones.
Mientras lo leía, sin ninguna información a priori sobre el autor, la palabra que venía a mi mente una y otra vez era ‘existencialismo’. Si me hubiera venido ‘espectrometría de masas’, habría acudido, preocupado, al psicólogo.
Pero no fue el caso.
Tanto es así que, tras leer el libro, investigando sobre el autor he visto que lo comparan con Camus, por lo que la intuición resultó ser cierta.
La historia transcurre mezclando casualidades con decisiones que al final desembocan en acontecimientos sin una intencionalidad, sin un sentido, lo cual hace que el argumento sea totalmente impredecible, pues no contiene la típica resolución de un conflicto que redime al protagonista, sino un montón de dudas, desencantos, amor, desamor, algún que otro momento de gloria, y unas cuantas reflexiones que te dejan helado, mirando a la vida a los ojos, como si fuera un lobo que nos acecha esperando el momento adecuado para saltar sobre nosotros y despedazarnos.
Los temas que trata el libro van desde las relaciones de pareja, la sexualidad, el mundo del arte, las relaciones paternofiliales, pasando por la eutanasia y la globalización. Todo un cóctel mezclado con maestría por este extraño hombre que se incluye a sí mismo como personaje en la novela en un ejercicio metaliterario entre la egolatría y la autocrítica que contribuye a la sensación de incertidumbre que nos provoca esta novela en algunos pasajes.
Eso es lo original del libro y quizás el motivo por el que te engancha sin saber por qué, hasta que te das cuenta que engancha porque es como la propia existencia, lo cual le concede una naturalidad y espontaneidad genuinas que te inducen a pasar a la siguiente página para ver a donde irá a parar la historia, y al final te das cuenta que acaba donde acaban todas las historias en el mundo real.
Otra sorpresa que me he llevado, en referencia a este autor, es que escribió una biografía de H. P. Lovecraft, incluso se llega a decir que en su obra Plataforma se nota la influencia del genio de Providence.
Puede que este sea otro de los motivos por los que el regusto que dejan las letras de este hombre me agrada, aunque por supuesto sus temáticas nada tienen que ver con el horror cósmico ni el género fantástico.
No es un libro muy recomendable si estás atravesando una etapa depresiva en tu vida. Es sorprendente como las carencias afectivas en la infancia marcan las obsesiones que dominarán nuestra vida de adultos, sin que seamos capaces de sobreponernos, en algunos casos.
Esto se destila en la obra de Houellebecq, y uno lo entiende cuando descubres que sus padres se desentendieron de él a muy temprana edad, dejándolo al cargo de su abuela.

La verdad es que el hombre tiene pinta de rarito
Y es que este señor, tildado por muchos como el enfant terrible de la literatura francesa, tiene que ser un prenda que te cagas, considerado por muchos detractores como un hijo de mala madre en toda la extensión del término, y autor de opiniones incendiarias, o eso dicen las malas lenguas, como la de que los musulmanes y las mujeres son idiotas y animales de compañía, respectivamente.
Aunque tras leer la explicación que da sobre las relaciones del personaje protagonista del libro con las mujeres, no es la sensación que me he llevado de su parecer acerca del género femenino.
Del argumento no diré nada, pues precisamente llegar a este libro in albis es uno de los factores que hacen que uno lo disfrute más, cuestionándose a cada página qué es lo que el autor quiere transmitir con el libro y los derroteros por los que se desmarcará la historia.
En resumen, una lectura muy recomendable si no estás pasando por una crisis de edad o existencial, en cualquiera de sus variantes.
Lei el libro hará unos dos años y me impactó muchísimo. Debería de volver a él pues al leer tu reseña sobre la novela de Houellebecq me doy cuenta de que la he olvidado bastante. Sí que recuerdo la inclusión del mismo Houellebecq como personaje y también ese mostrar las dos facetas de la vida: la vital y alegre (el prostíbulo y el sexo) y la seria (la muerte, el lugar para morir de manera elegante). También recuerdo las frases sentenciosas que salpican todo el texto y que en su momento me agradaron pero que ahora no podría repetir ni una de ellas.
Buena lectura, pero a la que conviene volver con frecuencia.
Hola Juan Carlos. Aunque no lo he leído, creo que quizás podrías estar confundiendo «El mapa y el territorio» con el otro libro más famoso de Houellebecq , «Las partículas elementales», que por lo que tengo entndido si habla mucho sobre temas sexuales y prostitución.
Que yo recuerde, en «El mapa y el territorio»el personaje no frecuenta prostíbulos y es un hombre bastante taciturno y apocado, pero lo leí hace dos veranos, así que puede que se me escape algo. El tiene un affair con una chica rusa muy guapa, con la que se describen un par de escenas de sexo.
Gracias por comentar. Un saludo.