¿Quieres conocer los secretos del restaurante Viandas, uno de los fenómenos paranormales más famosos de Sevilla y quizás de España?
Acompáñame hasta las entrañas de un lugar supuestamente encantado: el actual restarurante Perro Viejo, cuando era restaurante Mediterráneo, y antiguo restaurante Viandas de Sevilla.
Será un viaje divertido, te lo garantizo.
El restaurante Viandas, los orígenes del restaurante más encantado de Sevilla
Situado en lo que los investigadores José Manuel García Bautista y Jordi Fernández Cabrera en su Guía secreta de Sevilla: casas encantadas y apariciones como la milla de oro de los fantasmas el edificio que en su día albergó al restaurante Viandas tiene una historia prolija en hechos funestos que pueden estar relacionados con su siniestra fama, y que intentaré, como siempre, resumir, porque podéis encontrar toda la información que queráis en la red.
En 2001, con motivo de un trapaso, se remodela el local del recién adquirido restaurante Viandas. Los obreros sienten voces, extraña sensación de estar siendo vigilados, hay objetos que cambian de sitio, etc.
Un día, con el suelo recién hormigonado, el local aparece abierto, pero no hay huellas en el hormigón fresco, y la policía constata que la puerta no ha sido forzada. Esto se repitió varias veces, aunque tan solo el capataz de la obra y el dueño del restaurante Viandas tenían llaves.
Una vez remodelado y abierto, el personal del restaurante decía sentir voces que los llamaban, personas invisibles que los tocaban por la espalda, y se oían pasos en el último piso cuando no había nadie allí; también se veían siluetas sombrías en el citado nivel, y un piano que había en el restaurante Viandas tocaba solo, como si alguien estuviera aporreando sus teclas.
Pero retrocediendo en el tiempo, vemos que el lugar ya contaba con antecedentes:
– Siglo XIX: El edificio salió ardiendo.
-Bajo el están las criptas del colegio anejo, que era un antiguo convento.
-En 1936 asesinan a un sereno en sus inmediaciones.
-Justo en la esquina del edificio, en 1946, el tranvía descarriló matando a dos personas.
-En la década de los 50 apareció ante la puerta del edificio una caja de madera con el cadáver de un niño.
-En 1956, en una remodelación del edificio se descubre una cripta almohade.
-Entre 1998 y 1995 se alquilaban habitaciones del edificio, en las que se hacían sesiones de espiritismo.
-En 1995, una persona relacionada con los entonces propietarios se suicida en el edificio.
El caso salta a la fama gracias a Milenio 3
En septiembre de 2001, durante una conexión en directo del programa milenio 3 con José Manuel García Bautista, que se hallaban dentro del restaurante Viandas realizando una investigación, parecen registrarse ruidos anómalos.
Puedes escucharlo en este vídeo
Como quiera que el programa fue un éxito, el propietario del local accedió a que se realizara una investigación que fue retransmitida en directo, y el programa de Milenio 3 de ese día se realizó desde la sede de la Fundación Cajasol, que se halla justo enfrente del restaurante Viandas (puedes escucharlo en este enlace).
Pero tras el gran éxito cosechado por estas emisiones, hubo una disensión entre los investigadores venidos de Madrid y los Hispalenses por motivos oscuros que no acaban de quedarme claros, y el caso quedó sepultado por la polémica y supuestas acusaciones de fraude.
Nuestra visita al restaurante Viandas de Sevilla
Como colofón a una ruta de casas encantadas por el centro de Sevilla que estaba haciendo con el mencionado libro y unos amigos, decidimos tomarnos una copa en el restaurante Viandas, que en aquel momento había pasado a llamarse restaurante Mediterráneo, y que actualmente es El Perro Viejo.
Era principio de primavera, a la hora de la sobremesa, y todavía hacía frío, pero como el día era soleado decidimos sentarnos en las mesas de la terraza.
En la mesa de al lado 2 hombres y una mujer cercanos a los 60, algo escandalosos y bastante borrachos, alternaban bromas con periodos de silencio en los que claramente estaban prestando atención a nuestra conversación.
El primer intento que hicimos de investigar la cuestión del restaurante fue con el camarero que nos atendió.
No sin algo de reparo nos dirigimos a él, diciéndole que queríamos hacerle una pregunta.
El calló un momento, se rió, y nos dijo: Yo sé de lo que me vais a preguntar. Del fantasma. Yo de eso no se mucho, quien más sabe es el encargado. Dentro de poco terminará el turno. Podéis intentar preguntarle. Lo único que me ha pasado a mi es que un día que tuvimos que quedarnos a dormir en el almacén, porque, al estar esto en plena carrera oficial, en Semana Santa doblamos turnos y a veces nos quedamos a dormir aquí, es que estaba durmiendo con un compañero, y se abrió la puerta del almacén sola, que es una puerta grande, pesada y de doble hoja.
Y no había viento. Y luego se volvió a cerrar sola.
Tras este primer indicio revelador, decidimos aguardar a que saliera el encargado. Llegado el momento, lo abordamos con todo el tacto del que fuimos capaces, explicándole que estábamos haciendo una ruta de lugares encantados, y que teníamos verdadero interés en el tema.
A esas alturas, la atención de los beodos de la mesa de al lado estaba totalmente enfocada en nuestra mesa.
El hombre nos dijo que, a pesar de que a él le gustaban esos temas, allí no pasaba nada.
Le volvimos a preguntar si nunca había visto o percibido algo extraño.
Por un momento pareció dudar.
─Buuueeeenooooo… ─nos dijo tras unos segundos de reflexión─ los empleados no quieren cambiarse en las taquillas que están en la última planta, porque uno dice que una vez vio una cara a sus espaldas reflejada en el espejo de la taquilla. Y la verdad es que los dueños pagan solo 3.000 euros de alquiler por este local (una casa de 3 plantas) en pleno centro y en la ruta de la carrera oficial.
Y continuó contándonos, como si hubiéramos retirado la espoleta de una granda, estallando en una andanada de confesiones que nos dejaron atónitos.
Nos contó que, sin importar la época del año, en el último piso, que es donde se concentran los fenómenos, siempre hacía frío, al menos 10 grados menos que en el resto del edificio, lo cual no tiene sentido, dado que al ser la última planta es la que recibe más insolación, por lo que en verano debería ser la más calurosa. Nos contó también que el ascensor, a pesar de ser nuevo y pasar periódicamente sus revisiones, subía y bajaba sin que nadie lo accionara, y por más que habían llamado al técnico, este no había encontrado ningún fallo.
Algunos de los trabajadores decían que cuando ponían los cubiertos en las mesas, si se salían de la sala, al volver, se los encontraban cambiados de sitio.
El mismo nos confesó que le daba miedo abrir por las mañanas, que siempre tenía la misma extraña sensación de que alguien acababa de estar allí, como cuando la gente acaba de irse de una fiesta y tú te quedas recogiendo.
También nos contó que en una ocasión en que se encontraba solo en el edificio, notó que alguien llamaba a la puerta con fuertes golpes, pero que al ir a abrir no había nadie.
Otro día, al llegar por la mañana, se había encontrado todas las puertas y ventanas abiertas de par en par.
Tan bien debimos de caerle al hombre que nos preguntó si queríamos visitar el almacén de la última planta, epicentro de toda la fenomenología supuestamente paranormal.
Por supuesto, accedimos encantados.
Lo que no sabíamos es que tendríamos visitantes inesperados…
La exploración del restaurante Viandas
Subimos por las escaleras, por miedo de algunos integrantes de la comitiva al ascensor.
Una vez arriba, una de mis acompañantes dio un respingo. El ascensor había subido hasta nuestra planta. Y no lo habíamos llamado.
Las puertas se abrieron.
Y salieron los 3 borrachos de la mesa de al lado que al parecer, habían hecho extensiva a sus personas la invitación del encargado a explorar el inmueble.
Uno portaba en la mano una brújula, que no sabíamos de donde diantres había sacado, según el para detectar variaciones en el campo electromagnético. La mujer, entrada en carnes, comenzó a deambular con andares bamboleantes al grito de “Fantaaasssmaaaa, ¿dónde estás fantasma?”, tropezando con un perchero, para horror del encargado que empezaba a ver peligrar su puesto.
Una vez la sirena beoda recuperó el edificio, parecieron seguir nuestro ejemplo, y fueron un poco más discretos. Procedimos a recorrer aquellos pasillos extrañamente fríos, y eso que en el exterior habíamos estado sin movernos durante una hora, y el tiempo era todavía de abrigo, pero aquellas paredes parecían no resguardar mucho de las inclemencias del tiempo, sino más bien incrementarlas. O quizá fuera la sugestión, no podría decirlo porque no llevaba conmigo un termómetro para hacer mediciones.
Tomamos vídeos y fotos, y, a posteriori, pareció que habíamos registrado una anomalía, daba la impresión de que al final del pasillo aparecía y desaparecía un rostro hecho de sombras, pero debimos descartarlo porque al parecer era un efecto óptico de la cámara originado por una especie de reflejo especular de mi silueta.
La segunda visita al restaurante Viandas
Algunos meses después volvimos con la familia de una de las personas que vino en la primera visita, pues quería enseñarles el sitio.
El encargado del restaurante Mediterráneo, que era como por aquel entonces se llamaba el antiguo restaurante Viandas, me reconoció, y accedió a enseñarnos las instalaciones de nuevo.
Esta vez no percibí aquella sensación de tener el frío metido en el cuerpo, pero, a cambio, nos llevamos una nueva historia de manos del encargado.
Al parecer, durante repetidos días, se había estado encontrando un grifo abierto la abrir el bar.
Pensando que se trataba de una broma de los empleados, los había abroncado para frenarla, ante la negativa de estos a reconocer la autoría.
Como el grifo seguía amaneciendo abierto, al final había optado por colocar cámaras para tener al personal controlado.
Una noche, antes de cerrar conversaba con un empleado y con la novia de este, que había ido a esperar a que terminara el turno. Mientras ambos hombres hablaban, la mujer se entretenía mirando los monitores de las cámaras.
En un momento dado, sabiendo que estaban los 3 solos en el bar, y que este se hallaba cerrado al público, la chica les dijo: ─Ahí abajo hay un gordo corriendo.
Y, efectivamente, vieron a un hombre obeso corriendo por el salón del bar restaurante.
Bajaron atropelladamente con los instintos alerta ante la incursión del inesperado intruso, pero cuando llegaron a la sala no había nadie, y las puertas permanecían cerradas desde dentro.
La tercera visita al restaurante Viandas
Un par de años más tarde hice una ruta paranormal por el centro, con el investigador sevillano José Manuel García Bautista.
Cuando llegamos al restaurante Mediterráneo (antiguo restaurante Viandas) pude comprobar que habían cerrado, aunque no me sorprendió. Era otro negocio más que por algún motivo, al igual que sus antecesores, el restaurante Viandas, La Gamba blanca, y otros antes que ellos, no había prosperado en aquel lugar tan céntrico y bien situado.
El investigador nos contó que en una de sus rutas un señor había mirado a través del ventanal del ahora vacío restarurante Viandas, y que había visto a una persona en su interior, sufriendo ipso facto una crisis de ansiedad.
En ese momento miré, y no vi nada, pero al comentarle mi experiencia previa al investigador, se interesó y decidió entrevistarme en su programa de radio online para que contara mi experiencia. Necesitaba material para rellenar las emisiones de los meses estivales.
Evidentemente omití la parte de los borrachos. Esa te la he contado a ti en exclusiva
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