El bosque de los suicidas es, posiblemente, uno de los lugares más siniestros del planeta Tierra. Un aficionado a los fenómenos paranormales como yo no podía evitar hacerse una pregunta ideal para las fechas en que estamos, con Halloween a la vuelta de la esquina: ¿Cómo sería pasar una noche en el bosque de Aokigahara?

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Imagen: Ruslan Shtefan

Además, como aficionado al género de terror, me parecía una localización con un gran potencial para contar una buena historia de fantasmas. Ardía en deseos de que alguien se diera cuenta y creara una historia terrorífica sobre el bosque de los suicidios.

Y mis deseos parecían haber sido escuchados cuando, en 2016, se estrenó El bosque de los suicidios, que contaba la historia de una chica americana que decide internarse en el tétrico bosque que rodea el monte Fuji para buscar a su hermana gemela, que desapareció allí, pues se niega a creer que se hubiera suicidado.

Así que, con gran entusiasmo, vi la película.

Pero cuando la terminé, me di cuenta de que si quieres que algo se haga bien tienes que hacerlo tú mismo.

¿Por qué?

Pues porque la película El bosque de los suicidios me pareció decepcionante, el guion era torpe y lleno de tópicos, con giros de guion y sustos manidos y previsibles.

De hecho, me quedé durmiendo antes de terminar de verla, y nunca la he retomado.

No merece la pena.

Estaba, por lo tanto, indignado ante la torpeza de los guionistas, que no habían sacado partido a un lugar tan fascinante y a la vez atemorizante como es el bosque de los suicidas de Aokigahara así que, superando la pereza, me decidí a escribir mi propio relato de terror sobre el bosque de los suicidios; uno que le hiciera justicia: Una noche en el bosque de los suicidas.

Y de esa premisa parte el relato: ¿Cómo sería pasar una noche en un lugar tan siniestro?

Para escribirlo me documenté sobre el lugar, y lo que descubrí me fascinó.

Si quieres te lo cuento en este artículo.

El bosque de los suicidas de Aokigahara: un lugar maldito a los pies del monte Fuji

Mi primer contacto con el bosque de los suicidas fue en un programa de radio de misterio, creo recordar que escuché hablar de Aokigahara en Milenio 3.

La historia me pareció tan impactante que me puse a mirar por internet, y descubrí un artículo que narraba un «paseo» por este siniestro lugar, ilustrado con fotos bastante tétricas.

Si tienes el estómago fuerte y no te impresionan estas cosas, con que hagas una búsqueda de imágenes en Google usando el término «bosque de los suicidios» verás a qué me refiero.

Cada año, decenas de japoneses eligen este lugar para quitarse la vida, por lo que las fotos mostraban restos humanos, huesos, y hasta cadáveres ahorcados en los árboles o muertos dentro de tiendas de campaña, restos de las pertenencias de los suicidas, etc.

Todo bastante lúgubre y muy deprimente.

Así que, antes de ponerme a escribir el relato, quise conocer más sobre el lugar y por qué se había convertido en un imán para aquellos que habían decidido quitarse la vida.

Japón: la cultura del suicidio y el bosque maldito de los suicidas

En japón hay aproximadamente un suicidio cada quince minutos. El suicidio en Japón tiene unas connotaciones culturales que en occidente quizá podría costarnos entender porque, mientras que en occidente el suicidio es un tema tabú que se evita, en Japón hay cierta tolerancia social a esta práctica, puesto que históricamente está integrado en su cultura.

Ya en la antigüedad, debido a los rígidos códigos morales de los samuráis, el seppukku o harakiri (literalmente «cortarse el vientre») era una forma de suicidio honorable y socialmente aceptada que se daba como opción a los samuráis para pagar por sus faltas sin perder su honor.

En la actualidad la mayoría de los suicidios en Japón se deben a temas relacionados con:

  • el desempleo
  • los problemas financieros
  • la presión social

Pero, ¿por qué se da una tasa tan alta de suicidios en el bosque de Aokigahara? ¿Qué lo llevó a convertirse en el bosque de los suicidas?

El bosque de los suicidas de Aokigahara: historia de un lugar maldito

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Hay que acudir a la historia para llegar a saber por qué el precioso entorno natural del bosque de Aokigahara llegó a convertirse en el bosque del suicidio.

Entre 50 y 100 personas al año deciden internarse en sus frondas para dejar este mundo.

Algunos acampan durante días mientra se deciden, y para ello dejan cuerdas de colores o tiras de cinta adhesiva por si deciden regresar al sendero principal para abandonar el bosque en caso de que elijan la vida.

Los senderistas y turistas pueden ver estas cuerdas, que son las que posteriormente usarán los guardabosques para ir a recuperar los cadáveres.

Y es que, en el bosque de los suicidas hay cadáveres que no serán encontrados dadas las peculiares características del lugar.

El bosque de los suicidios de Aokigahara es un lugar laberíntico por lo tupido de su vegetación y por su enorme extensión, hecho al que hay que sumar la particularidad de que su suelo, de origen volcánico, tiene grandes concentraciones de hierro, lo que genera un campo electromagnético que anula las telecomunicaciones, imposibilitando las llamadas de móvil y el uso de GPS, y que también inutiliza las brújulas.

Por este motivo, las búsquedas de cuerpos en el bosque de los suicidios son difíciles y peligrosas, y se realizan periódicamente, pero no de forma continua.

Una vez al año, desde los años 70, se realiza una búsqueda con voluntarios para rescatar los cadáveres con el fin de poder restituir los cuerpos a sus familias.

Después del Golden Gate es el lugar con más suicidios del mundo, pero esto no es un fenómeno reciente.

El hecho de que el bosque se encuentre en la falda del monte Fuji ya da al bosque de los suicidios de Aokigahara un carácter de lugar sagrado, puesto se pensaba que en la cima del monte se encontraba la entrada a los cielos.

Algunas fuentes aseguran que ya en poemas de 1000 años de antigüedad se habla de que el bosque de los suicidas es un lugar maldito, habitado por demonios y espíritus malignos.

Según la cultura popular, los 35 kilómetros cuadrados del bosque de los suicidios estaban habitados por Onis, demonios que atraían a las gentes débiles de voluntad al bosque para incitarlos al suicidio y nutrirse de su energía vital.

Para colmo, en el folclore japonés, los espíritus de los suicidas pasan a ser espíritus sin descanso, fantasmas conocidos como yūrei, o también pueden convertirse en  goryō, fantasmas vengativos que atacan a los vivos para vengarse de las desgracias o hechos que motivaron su muerte.

A esta leyenda negra hay que añadir el hecho histórico de que en este lugar se realizara el ubasute, una antigua costumbre que consistía en abandonar en época de hambruna a los miembros ancianos o enfermos para que murieran, dado que suponían una carga debido a la escasez de alimentos.

El bosque de los suicidas en el cine y la literatura de la cultura japonesa

Esta funesta fama del bosque de los suicidios se ha visto reforzada en el imaginario colectivo japonés por algunas obras como la novela Nami no Tou, publicada por Seicho Matsumoto en 1960que narra la historia de dos amantes que eligen el bosque de Aokigahara como lugar para suicidarse.

Esta obra colocó al bosque de los suicidas dentro de la iconografía romántica, con esta historia que es un Romeo y Julieta a la japonesa.

A esto hay que añadir que en 1993 se publicó el exitoso Manual de suicidio, de Wataru Tsurumi, que indicaba que el bosque de Aokigahara era uno de los lugares idóneos para cometer la autoinmolación.

El cine, por su parte, ha potenciado este mito mediante cintas como El bosque de los sueños, cuyo título en inglés,  The Sea of Trees , hace referencia al nombre por el que se conoce popularmente al bosque de Aokigahara, El mar de árboles.

El verdadero motivo por el que el bosque de los suicidas atrae tantas muertes

Pero normalmente la realidad suele ser mucho más prosáica, más dura y más triste.

Y lo cierto que es que en japón si una persona se suicida, por ley es su familia la que tiene que correr con los costes económicos que acarree el suicidio, que son muy elevados.

Por ejemplo, si un suicida decide tirarse a las vías del tren, la familia deberá correr con los gastos que ocasione la interrupción del tráfico ferroviario a la empresa de transportes, que pueden ser de miles de euros.

Si una persona decide quitarse la vida en un apartamento de alquiler, como son la mayoría de los apartamentos en las grandes urbes de Japón, los parientes deberán indemnizar fuertemente al propietario, pues el valor del inmueble perderá más del 70% de su valor de venta.

Por eso, en una cultura en la que el bien común pesa más que el individual, y en la que valores como la responsabilidad y el honor están tan fuertemente arraigados, para los suicidas la opción más plausible es coger un tren y perderse en el mar de árboles para que no los encuentren nunca y así evitar cualquier posible contratiempo a su familia y a la sociedad en su conjunto.

Una noche en el bosque de los suicidas: un relato de terror sobre el bosque de los suicidios

En vista de las características tan evocadoras del lugar, finalmente me decidí a escribir un relato para mi nueva antología de relatos de terror (que sale a la venta mañana, pero que puedes reservar en preventa aquí) que le hiciera justicia (y espero haberlo conseguido, pero eso tendrás que juzgarlo tú).

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Como te contaba antes, la premisa de la que partía el relato es lo aterrador que debe de ser pasar una noche en el bosque del suicidio, puesto que, si de verdad existen los fenómenos paranormales, ese sitio debe esta totalmente cargado de energías negativas.

Pero no quería enfocar el terror en el relato desde el punto de vista de la novela parapsicológica, por lo que evité el tópico de los investigadores que deciden pasar una noche en un lugar encantado para tratar de averiguar cuánto de cierto hay en su leyenda.

En su lugar pensé que era más interesante situar en la escena a personajes que se vieran forzados por las circunstancias a semejante temeridad, y para ello aproveché el hecho de que algunos de los cadáveres que aparecen en el bosque de los suicidas son en realidad cadáveres de asesinatos que la yakuza, la mafia japonesa, deposita allí para intentar ocultarlos, dado lo inaccesible y recóndito de sus rincones, con la esperanza de que, de ser encontrados, no sean investigados por presuponerse que son fruto de un suicidio.

Así que, si te decides a leer este relato, acompañarás a Onisaburo, un yonqui que tiene deudas con la yakuza, y a Ken, el matón al que han encargado deshacerse de un cadáver en dicho bosque.

Los horrores que hallarán en sus siniestros y umbríos rincones solo podrás descubrirlos si lees Una noche en el bosque de los suicidas.